martes, 20 de octubre de 2009

LA DÉCADA INFAME



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- Presentación -
El hecho ocurre en el Congreso de la Nación. El debate en la Cámara de Senadores lleva más de un mes y transita por su momento más tenso.
Lisandro de la Torre, senador nacional por Santa Fe, con su brazo extendido muestra a los presentes uno de los documentos secuestrados al frigorífico Anglo.
El ministro de Hacienda, Federico Pinedo, que es uno de los interpelados, no soporta la tensión y agravia al senador. Lisandro de la Torre se levanta indignado de su banca y avanza con paso
intempestivo. El ministro de Agricultura, Luis Duhau, se interpone y lo golpea.
De la Torre cae de espaldas y Enzo Bordabehere, también senador por Santa Fe, corre para ayudarlo.
Varios disparos retumban en la Cámara del Senado. Bordabehere, herido con dos proyectiles en la espalda, gira para enfrentar al agresor. El ex comisario Ramón Valdez Cora le dispara con frialdad.
Otro balazo en el pecho: Enzo Bordabehere se desploma frente a Lisandro de la Torre, el verdadero destinatario de las balas.
- Desarrollo -
En 1929, el llamado “crack” de Wall Street sacude al capitalismo y genera una gran crisis económica en el mundo.
Gran Bretaña, el principal comprador de productos argentinos, despliega una serie de medidas para superar la crisis. Toma disposiciones proteccionistas y crea el Commonwealth, un área preferencial de compra y venta de productos con sus ex colonias, entre las que se encuentran Australia, Nueva Zelanda y Canadá, grandes competidores de la Argentina en el mercado mundial de carnes.
El objetivo del Commonwealth es asegurar un área comercial para la libra esterlina sin dejar lugar a su gran competidor: el dólar. Esto es necesario porque no hay un patrón internacional de intercambio de moneda, ya que el patrón oro ha desaparecido. De esta manera busca generar relaciones comerciales estables entre los miembros.
La situación para las carnes argentinas en el mercado mundial es complicada.
Frente a la profunda crisis, Alemania, Francia y Estados Unidos también restringen sus compras en el mercado internacional como forma de proteger sus reservas.
En la Argentina, la crisis financiera y la caída del comercio internacional provocan el derrumbe de las exportaciones agrícolas, con la consecuente disminución de los ingresos de divisas, necesarias
para adquirir materias primas y productos importados para abastecer al mercado local.
El gobierno de Hipólito Irigoyen, sin embargo, sigue con una larga tradición argentina y –a diferencia de lo que hacen las grandes potencias– continúa con los pagos de la deuda externa, lo que provoca un fuerte incremento en el déficit del Estado.
La actividad industrial busca sustituir muchos de los productos importados y lo hace -en la mayoría de los casos- intensificando el uso de las instalaciones ya existentes.
Comienzan a crecer los sectores ligados a la producción de alimentos, metalmecánica, química y textil, un proceso que se desarrollará a lo largo de la década de los 30. Los grandes capitales de los terratenientes, dedicados antes a la exportación, se vuelcan ahora a la industria y a la especulación inmobiliaria. Pero también muchos propietarios de talleres y comerciantes empiezan a producir para el mercado interno.
El derrumbe de los precios provoca, en el campo, el éxodo de gran cantidad de pequeños productores y trabajadores rurales, que se trasladan hacia las nuevas ciudades y en muchos casos pasan a formar parte de los planteles de obreros de las incipientes fábricas.
Son los años del segundo gobierno de Hipólito Irigoyen, líder de la Unión Cívica Radical, el partido mayoritario que gobierna el país desde 1916. Pero ante la profunda crisis económica y el proceso inflacionario, los sectores medios y populares dejan gradualmente de apoyarlo.
En 1930, entre denuncias de corrupción, renuncias masivas de miembros del gobierno y rumores acerca de la creciente incapacidad física de Hipólito Yrigoyen, el Ejército derroca al presidente constitucional, consumando de esta manera el primer golpe de Estado argentino.
Las clases propietarias y los militares vacilan entre las diversas propuestas de acción. Por un lado, los nacionalistas, alentados por la propagación a nivel mundial de regímenes de este tipo, aspiran a un elitismo autoritario que acabe con el sistema de partidos.
Esta línea dura está encabezada por el presidente de facto, general José Félix Uriburu, quien acusa a la democracia, al comunismo, al liberalismo y al imperialismo norteamericano de constituir los males del país y complotar contra la unidad nacional.
Este grupo nacionalista pretende el gobierno de una minoría proveniente del ámbito militar, amalgamada por la Iglesia católica y no atada a intereses extranjeros.
La otra tendencia, preferida por terratenientes y gran parte de los militares, es la que dirige el general Agustín P. Justo, que promueve una vuelta al modelo político de los conservadores previo a la Ley Sáenz Peña y por lo tanto anterior al voto universal, masculino, secreto y obligatorio.
Los seguidores de Justo pretenden una democracia sin necesidad de una mayoría, basada en el fraude y la proscripción.
Al poco tiempo de estar Uriburu en el poder, los socialistas y los democrataprogresistas, que en un comienzo habían apoyado el golpe contra Hipólito Yrigoyen, pasan a la oposición. Y los conservadores fundan un nuevo partido, el Demócrata Nacional.
Para la misma época, la Unión Cívica Radical se reorganiza, conducida por el ex presidente Marcelo Torcuato de Alvear, y en julio de 1931 el general radical Gregorio Pomar intenta una revolución que es rápidamente sofocada.
El gobierno de Uriburu utiliza el fallido intento revolucionario como excusa para apresar a toda la cúpula del partido. Ante la imposibilidad de llevar como candidato a Alvear, los radicales resuelven abstenerse en las elecciones presidenciales de 1931.
El Partido Demócrata Progresista se une al Socialismo y presentan la fórmula Lisandro de la Torre-Nicolás Repetto, que es derrotada.
El partido Demócrata Nacional, una fracción del Socialismo y el sector antipersonalista de la Unión Cívica Radical presentan a Agustín P. Justo como candidato a presidente y a Julio Argentino Roca (hijo) como vice.
La fórmula Justo-Roca triunfa.
Aun con fraude, la victoria de los conservadores no es aplastante. Los democrataprogresistas y los socialistas obtienen legisladores, y ganan en algunas provincias y municipios.
Hacia 1933, cuando empieza a notarse que la crisis iniciada en 1929 no es una más y que su profundidad alcanza niveles desconocidos hasta ese momento, el gobierno de Agustín P. Justo decide cambiar el rumbo de su política económica nombrando a Raúl Prebisch ministro de Economía.
Prebisch implementa el control del valor de las monedas extranjeras, regula las importaciones -alentando algunas y desalentando otras- y crea mecanismos para controlar la cantidad de dinero que circula, para poder fijar, de esa manera, las tasas de interés bancarias.
En 1935 se crea el Banco Central. Se funda también un organismo estatal para liquidar las deudas de los bancos más golpeados por la crisis y se crean las Juntas Reguladoras de Carne, de Granos, de Algodón, y de Vino para asegurar -con fondos del Estado- un precio mínimo a los productores.
Prebisch busca también reforzar los lazos con Gran Bretaña, ya que el gobierno argentino teme por el futuro de las exportaciones de materias primas. El vicepresidente Julio Argentino Roca (hijo) encabeza la comisión que viaja a Londres con el objetivo de mantener un negocio que consideran imprescindible para la economía argentina: las exportaciones de carne.
Las exportaciones se mantienen, pero a cambio, los británicos logran una extraordinaria negociación:
• Se aseguran de que la totalidad de las libras ingresadas a la economía argentina se consuman en Gran Bretaña.
• Consiguen también que se continúe con los pagos de la deuda a la banca inglesa en medio de esa profunda crisis, aun cuando la mayoría de los países –en razón de esa misma crisis– han suspendido los pagos de sus compromisos.
• Obtienen un trato preferencial para la importación inglesa de carbón y bienes para los ferrocarriles y los textiles.
• Y también logran que las ganancias de las empresas británicas radicadas en la Argentina puedan ser remitidas libremente a su país de origen.
• Los británicos defienden el sistema de transporte que mantienen instalado en el territorio argentino. Pactan un trato benevolente para sus ferrocarriles y para la Compañía Anglo de Tranvías. El gobierno argentino acuerda con el inglés que obligará a los colectiveros nacionales a unificarse con los tranvías en la llamada Corporación de Transporte de la Ciudad de Buenos Aires.
Frente a estas medidas, los socialistas, los demoprogresistas y la opinión pública reaccionan fuertemente. Mediante discursos y artículos en la prensa, denuncian esta maniobra como un atentado a los intereses de la Nación.
Todas las medidas del tratado de Londres, denominado Pacto Roca-Runciman, aseguran a Gran Bretaña el mercado argentino frente a la competencia de otros capitales. En un comienzo, el imperialismo norteamericano pierde parte del mercado, pero con el tiempo modifica su estrategia e instala sus empresas en el país para evitar las trabas arancelarias.
El Pacto Roca-Runciman es apoyado por los terratenientes y los ganaderos. Sin embargo, este último sector se divide: los invernadores, que mantienen el mercado de las exportaciones, y los criadores, que quedan fuera del mercado inglés y relegados a proveer al mercado interno, que paga un precio mucho menor por la carne.
Los socialistas se oponen al Pacto y denuncian las consecuencias sobre los consumidores. Es que el gobierno argentino le compra a Inglaterra lo que puede comprar más barato a Estados Unidos y a otros países, y le asegura además el monopolio del transporte a empresas británicas.
Lisandro de la Torre es un abogado nacido en Rosario, que ha militado en la Unión Cívica Radical desde 1897, cuando –tras la muerte de Alem- el partido entró en crisis.
Por estos años, Lisandro de la Torre es senador por el partido Demócrata Progresista de Santa Fe. También se opone y denuncia las consecuencias que el pacto Roca–Runciman tiene sobre los pequeños y medianos productores de carne.
En 1914, De la Torre funda el Partido Demócrata Progresista, con la intención de aglutinar las fuerzas conservadoras a escala nacional.
Aunque no lo consigue, es elegido diputado nacional en 1922, pero tres años después se retira de la política para dedicarse a la administración de su estancia.
En 1928, al ver a su partido en riesgo de disolución, retoma la actividad pública. Como senador por Santa Fe denuncia el Pacto Roca–Runciman y promueve el debate.
“Yo creo en el gobierno de la opinión pública…” (de un discurso de Lisandro de la Torre).
Lisandro de la Torre argumenta que Gran Bretaña monopoliza de manera vergonzosa el mercado de los frigoríficos, al impedirle a la Argentina instalar compañías que generen competencia.
“No podría decirse que la Argentina se haya convertido en un dominio británico porque Inglaterra no se toma la libertad de imponer a los dominios británicos semejantes humillaciones” (de un discurso deLisandro de la Torre).
Lisandro de la Torre forma parte de una comisión investigadora nombrada por el Senado de la Nación, que tiene como finalidad establecer si las ganancias de los frigoríficos ingleses se corresponden con los precios que ellos pagan a los pequeños y medianos productores.
Los frigoríficos ingleses y norteamericanos manejan casi la totalidad del negocio de la carne. Mediante esta posición monopólica, fijan el precio a los productores.
Las empresas frigoríficas se oponen a la investigación y rechazan mostrar sus libros de contabilidad. El presidente del frigorífico Anglo va preso por desacato.
La tensión crece cuando, en el Senado, el socialista Alfredo Palacios aporta un dato clave: los libros de contabilidad del frigorífico Anglo – que guardan valiosísima información- están ocultos en el vapor Norman Star, listo para zarpar rumbo a Inglaterra, bajo la leyenda “corned beef”. Unos días después, la empresa envía al Uruguay seis cajones con libros y papeles comprometedores para evadir el control de la comisión investigadora.
El 11 de junio de 1935, los resultados de la investigación son presentados en el Senado. Lisandro de la Torre denuncia “el robo frigorífico organizado” y “la acción extorsiva de un monopolio extranjero con la complicidad de un gobierno que unas veces lo deja hacer y otras lo protege directamente”. Puntualiza los privilegios de las compañías británicas, la exención de multas, la tolerancia en el cobro de impuestos y la complicidad del gobierno.
Revela que el ministro de Agricultura, Luis Duhau, se beneficia con la compra de ganado de su propiedad por los frigoríficos que están siendo investigados.
Duhau, el ministro acusado, y Federico Pinedo, ministro de Hacienda y responsable técnico del tratado Roca-Runciman, concurren al Senado durante trece días consecutivos para contestar los cargos.
El debate es seguido por Ramón Valdez Cora, un matón santafesino afiliado al Partido Conservador, que ha participado en el golpe de 1930 y cuya lealtad ha sido recompensada con el cargo de comisario, desde el cual efectúa el cobro de coimas y la protección de capitalistas de juego.
A nadie le llama la atención que el 23 de julio de 1935 Ramón Valdez Cora se encuentre en el Senado.
Lisandro de la Torre conmueve al Parlamento con sus denuncias. En plena sesión, es insultado por el ministro Pinedo y luego golpeado por Duhau. El senador por Santa Fe, Enzo Bordabehere, corre en su auxilio.
Valdez Cora, que estaba dentro del recinto de la Cámara, le dispara dos veces por la espalda. Bordabehere, herido, gira para enfrentar a su agresor, quien sin dudarlo le dispara otro balazo en el pecho. El senador muere poco después en el hospital Ramos Mejía.
Una multitud se congrega en Retiro para despedir los restos de Enzo Bordabehere, que serán trasladados a Rosario. En el acto hablan Alfredo Palacios y Lisandro de la Torre, y la policía reprime a parte del público reunido. Al llegar a Rosario, unas doce mil personas reciben al cuerpo en la estación y una multitud se acerca hasta el velatorio.
En Buenos Aires, Valdez Cora declara que efectuó los disparos al creer que Bordabehere agrediría al ministro Duhau. Aunque nunca se descubre a los instigadores del crimen, Valdez Cora es condenado, en 1938, a doce años de prisión por homicidio simple. La Justicia considera que no ha tenido “el propósito preconcebido o deliberado” de matar a Bordabehere.
La Cámara Penal eleva la condena a veinte años, pero Valdez Cora queda en libertad por buena conducta en 1953. Acabará sus días por muerte natural en 1962.
- Cierre -
El pacto Roca-Runciman seguirá vigente y los frigoríficos ingleses y norteamericanos continuarán con el monopolio del comercio de exportación de las carnes argentinas.
Durante la década infame, el Estado cumple, por primera vez, un papel regulador ante la situación generada por la crisis económica mundial, y comprueba su capacidad de influir en la economía a través de medidas concretas que favorecen a un sector de la sociedad.
Las transformaciones ocurridas en el plano económico fortalecen a los industriales y a los cada vez más numerosos trabajadores de ese sector.
Luego de las presidencias radicales y del terror que provocan la Revolución rusa y el ascenso del comunismo entre las burguesías del mundo, la clase alta argentina no logra construir un partido conservador con un verdadero apoyo popular, pero consolida una alianza con la Iglesia y el Ejército, dos actores que pasarán al primer plano en la escena política nacional.
Lisandro de la Torre, quizás el último exponente de esa antigua oligarquía que gobernó el país hasta el ascenso de los radicales, ya no tiene lugar en la nueva política argentina y el 5 de enero de 1939, agobiado por su situación económica, se quita la vida.
El intento fallido de asesinarlo y la muerte de Bordabehere ocurrida en el Senado son la representación más clara de este oscuro período que será recordado por muchos como la “década infame”.
Historia de un país. Argentina Siglo XX – Canal Encuentro
Guión: Paula Romero Levit / Pablo Hidalgo – Asesoramiento Histórico: “Eternautas” – Coordinador: Gabriel Di Meglio / Gustavo Álvarez / Juan Pablo Fasano – Asesoramiento de contenidos: Jésica Tritten – Archivo histórico documental de Canal Encuentro: Claudia Perel / María Flores / Gachi González /Verónica Kodalle

AUGE Y CAÍDA DEL YRIGOYENISMO



- Presentación -
Varios automóviles con grupos de agitadores armados llegan desde el conurbano hasta la Capital Federal.
El vicepresidente Enrique Martínez se desempeña -desde hace veinticuatro horas- como presidente provisional, en reemplazo de Hipólito Irigoyen, debilitado física y políticamente.
El general José Félix Uriburu, vestido de civil, sale tranquilamente de su casa en Barrio Norte con destino al Colegio Militar de San Martín.
Junto a él, varios colaboradores discuten los pasos a seguir. Los generales Uriburu y Agustín P. Justo ingresan a la casa de gobierno, y obligan al vicepresidente Martínez a firmar la renuncia.
Cuarenta minutos más tarde, los militares alcanzan sus objetivos: derrocar al gobierno radical, terminar con el ciclo de Hipólito Irigoyen y asumir el poder, dando así el primer golpe de Estado de la historia argentina.
- Desarrollo -
En febrero de 1912 se sanciona la Ley Sáenz Peña, que promueve el voto masculino, obligatorio, secreto y universal.
Las mujeres recién tendrán la posibilidad de acceder a las urnas muchos años después, a partir de la sanción de la Ley de Sufragio Femenino, en 1947.
Las elecciones presidenciales se realizan en 1916. Los conservadores, que desde 1880 controlan –mediante el fraude y otros mecanismos el gobierno del país, están convencidos del triunfo electoral, aun cuando por problemas internos se presentan en dos facciones: el Partido Demócrata Progresista, liderado por el santafesino Lisandro de la Torre, y el Partido Conservador, representado por Marcelino Ugarte, gobernador de la provincia de Buenos Aires.
Sin embargo, la victoria corresponde al líder de la Unión Cívica Radical, Hipólito Irigoyen, y los conservadores deben adaptarse a ser oposición por primera vez en su historia.
Durante la primera presidencia de Irigoyen el radicalismo se propone como una fuerza moral que tiene la misión histórica de construir la Nación. Para el líder radical el partido es la representación de esa nueva Nación y como tal debe gobernar en todo el país.
Con las intervenciones federales, el radicalismo pretende darles a las provincias la posibilidad de votar a sus propios gobernantes, aunque a partir de la Ley Sáenz Peña algunas ya lo habían hecho. Para la oposición es un mecanismo violento y partidista que asegura la hegemonía radical.
Al finalizar el primer gobierno de Yrigoyen, todas las provincias, salvo Santa Fe, han sido intervenidas, y algunas –como San Juan y Mendoza– hasta tres veces. Estas intervenciones federales con fines políticos no tienen diferencia con las realizadas por los gobiernos conservadores, como tampoco hay diferencias en el control de la burocracia estatal. Sin embargo, el radicalismo se distingue desde sus comienzos en lo que hace a la llamada “cuestión social”.
Si bien Yrigoyen se acerca a los trabajadores, recibe a los sindicalistas, media en los conflictos y decide en favor de los obreros en varias ocasiones, cuando las huelgas están dirigidas por anarquistas o son demasiado amplias la respuesta gubernamental es la represión.
Sin embargo, cualquier política de acercamiento a los trabajadores genera resistencia desde los sectores conservadores, que ven este modo de accionar como un estímulo del gobierno a las demandas obreras.
Los conservadores -que han quedado en la oposición- aseguran además que el radicalismo se perpetúa en el poder a merced de los empleados públicos, convertidos en verdaderas “máquinas
electorales”, y acusan de ineficaz al gobierno de Yrigoyen, por darle mayor importancia a la lealtad política que a la capacidad para acceder a los puestos en la administración pública.
Los conservadores creen que la legitimidad para gobernar la otorgan la pertenencia a una familia tradicional, el nivel económico y el prestigio social. Se posicionan como la reserva intelectual y moral del país para el momento en que el gobierno de Yrigoyen -al que llaman “de la chusma radical”- deba dejar el poder por el peso de sus propios errores.
Por su parte, el presidente Hipólito Yrigoyen muestra desprecio hacia el Congreso, dominado por la oposición. Durante la primera administración radical se elaboran pocas leyes y la gran mayoría son rechazadas o no tratadas en las Cámaras.
En el contexto de crisis económica producto de la Primera Guerra Mundial que azota a Europa entre 1914 y 1918, disminuyen las exportaciones y los ingresos fiscales, y se encarecen los productos importados que consume la mayor parte de la población. Los trabajadores, golpeados por la situación económica, comienzan a reclamar aumentos salariales.
Para fines de 1917 estalla en Córdoba el movimiento de reforma universitaria. Las facultades, gobernadas por las academias en manos de miembros vitalicios, fieles representantes de la política previa a 1916, se resisten a todo cambio que ponga en peligro su dominio.
Los estudiantes luchan para modificar los estatutos universitarios, renovar la planta de profesores, cambiar los planes de estudio, las normas disciplinarias y acabar con un sistema de gobierno académico anticuado, dirigido por los conservadores.
Dentro del movimiento reformista conviven radicales, socialistas e independientes.
Yrigoyen apoya el reclamo estudiantil y lo utiliza para avanzar sobre los sectores conservadores. La intervención federal a la universidad no tarda en llegar.
En 1918, triunfa la reforma universitaria. Los planes de estudio se modifican, se nombra a nuevos profesores y se admite en los consejos de las facultades a los representantes estudiantiles.
La reforma universitaria argentina se extenderá desde Córdoba a las universidades de Buenos Aires y La Plata, y luego a las de América Latina.
El modo radical de gobernar -a través de la imposición- genera malestar dentro del Ejército, donde se constituyen logias que están en contra de la política dentro de la institución y defienden el “profesionalismo” militar.
Las fuertes presiones internas y las revoluciones rusa y mexicana provocan pavor entre los sectores conservadores.
La Liga Patriótica, formada por jóvenes de las clases altas y de sectores medios, se dedica a perseguir a judíos y a catalanes, acusándolos de “maximalistas”, anarquistas y de ser los culpables de la instalación de soviets en la Argentina.
En el final de la Primera Guerra Mundial, al restablecerse las importaciones, muchas empresas se ven obligadas a cerrar o a disminuir su personal, generando desempleo y gran descontento en
la clase trabajadora.
Esta situación estalla con furia en enero de 1919, en lo que se conoce como la Semana Trágica.
El Ejército y la Liga Patriótica reprimen salvajemente, y el reclamo deja un desenlace sangriento para los obreros.
Es tan sólo el comienzo.
Entre 1921 y 1922, los trabajadores de la lana, en la Patagonia, van a la huelga. La situación de los arrieros, ovejeros y peones de estancia es penosa. Trabajan de 14 a 16 horas diarias con salarios ínfimos.
Ante un intento de mediación oficial fallido, Yrigoyen envía al ejército a terminar con el levantamiento. Los represores asesinan a los huelguistas que presentan batalla, y fusilan a más de la mitad de los que se entregan sin resistir. Aunque en los diarios anarquistas se extiende una sentencia condenatoria, en el resto del país nadie alza la voz.
La masacre de los obreros del sur será recordada como la “Patagonia Trágica” y constituye uno de los tantos hechos injustos y sangrientos de la historia argentina.
Para la sucesión presidencial de 1922, el radicalismo postula a Marcelo Torcuato de Alvear. Alvear es miembro de una de las familias más tradicionales de Buenos Aires y está vinculado al radicalismo desde sus inicios. En el momento en que se decide su candidatura se desempeña como embajador en Francia.
La fórmula radical se completa con Elpidio González como candidato a vicepresidente. González es hijo de militares y pertenece al radicalismo cordobés. Se ha desempeñado como ministro de Guerra durante el primer gobierno de Irigoyen y como jefe de la Policía durante los hechos de la Semana Trágica.
Los conservadores, que no logran acordar una política común para superar sus rivalidades, presentan dos listas separadas: por un lado, la llamada Concertación Nacional de Fuerzas Opositoras, y por el otro el Partido Demócrata Progresista.
La fórmula radical triunfa en doce provincias y consigue absoluta mayoría en el Colegio Electoral.
Marcelo T. de Alvear es el nuevo Presidente.
Si bien todos los conservadores están enfrentados a Yrigoyen, no sucede lo mismo con Alvear que –aunque representa a un partido popular–, por su pertenencia al patriciado comparte el estilo de la elite de la época y mantiene una muy buena comunicación con los grupos de poder económico y político.
Como presidente, Marcelo T. de Alvear busca disminuir el déficit fiscal y el gasto público incrementado bajo la presidencia de Yrigoyen, moderniza al Ejército nacional, impulsa leyes sobre la jubilación de maestros primarios y fija la jornada laboral en 8 horas de trabajo. Su gobierno se ve favorecido por un descenso general de la conflictividad social.
El nuevo presidente se mantiene independiente de la voluntad y del estilo político del viejo caudillo radical y realiza muy pocas intervenciones federales.
Otra de las medidas tomadas por Alvear es nombrar al general Enrique Mosconi como presidente de la recién creada empresa petrolera del Estado: Yacimientos Petrolíferos Fiscales (YPF).
La producción de petróleo se amplía notoriamente y se crea la primera refinería del país en la ciudad de La Plata. A lo largo de la presidencia de Alvear se plantea un fuerte debate acerca de la
posibilidad de nacionalizar el petróleo y colocar toda su producción bajo control estatal.
Esta idea será el eje de la campaña de Yrigoyen para las elecciones de 1928.
En el Congreso, durante la presidencia de Alvear, el radicalismo está dividido. Por un lado, quedan los hombres fieles a Yrigoyen que se autodenominan “personalistas”, y por otro, las facciones disidentes del partido llamadas “antipersonalistas”.
Ya a comienzos de 1927 la contienda electoral queda planteada como “con Yrigoyen o contra Yrigoyen”.
La fórmula Hipólito Irigoyen / Francisco Beiró obtiene el doble de votos que sus opositores del Frente Único: Leopoldo Melo / Vicente Gallo, y triunfa en catorce de las quince provincias.
El vicepresidente de Hipólito Yrigoyen, Francisco Beiró, muere al poco tiempo de ganar las elecciones. El Colegio Electoral consagra como vicepresidente a Enrique Martínez, gobernador de Córdoba.
La transmisión del mando se realiza el 12 de octubre en un ambiente agitado por las manifestaciones de adhesión a Yrigoyen. El caudillo radical llega al poder por segunda vez, con 76 años, y tiene el control total de la Cámara de Diputados, aunque no de la de Senadores.
Los mecanismos que utiliza son idénticos a los de su primera presidencia: reparto de cargos públicos e intervención federal para lograr mayoría en el Senado.
Desde la presidencia, Yrigoyen retoma la idea de la nacionalización del petróleo que se discute entre la opinión pública desde la fundación de YPF. Controlar la explotación petrolera sirve para
aumentar los ingresos del Estado y poder continuar con la política de reparto de cargos públicos. Al mismo tiempo, busca asegurar la provisión de combustible barato para el desarrollo del sector
industrial y achicar la dependencia de las importaciones provenientes de los EE.UU.
En 1926, ante la propagación de la aftosa, los EE.UU. prohíben la importación de carnes. Esto genera un sentimiento antinorteamericano entre los terratenientes, que favorece la posición de los conservadores a favor de la nacionalización del petróleo.
El apoyo se extiende a la mayoría del Ejército -que predica un modelo de país autónomo-, a los terratenientes -afectados por el control del negocio de los frigoríficos por parte de los norteamericanos- y a una parte de la población que ve a Estados Unidos como una importante
representación del imperialismo, con una extensa historia de intervencionismo en América Latina.
Pero otros sucesos dejan el tema de la nacionalización del petróleo de lado por el momento. La crisis económica de 1929 -iniciada en Estados Unidos- afecta la economía nacional, y el proceso
inflacionario socava el apoyo a Yrigoyen de los sectores medios y populares urbanos.
La oposición política se vuelve dura en el rechazo al uso de la intervención federal como herramienta política.
Los problemas se acumulan a la espera de que Yrigoyen les dé una solución, ya que el líder radical insiste en estar al tanto de todo. Y entre denuncias de corrupción, renuncias masivas de miembros del gobierno y la creciente incapacidad física de Hipólito Yrigoyen, la situación política se deteriora día a día.
Para mediados de agosto de 1930 el clima político está enrarecido: hay represión policial contra la oposición y también acciones civiles contra comités radicales y marchas de yrigoyenistas.
Los principales líderes de la oposición piden la renuncia de Yrigoyen y lo hacen responsable de lo que suceda si no acepta.
Ministros y militares dejan solo a Yrigoyen.
El 1º de septiembre se anuncia que el presidente está enfermo. El martes 2 renuncia el ministro de Guerra y viejo partidario radical, el general Luis Dellepiane.
La figura del general José Félix Uriburu, fiel representante del nacionalismo de derecha y de los círculos opositores, no deja de crecer.
Mientras tanto, el general Agustín P. Justo, ex ministro de Guerra durante el gobierno de Alvear, prepara su propio golpe.
José Félix Uriburu y Agustín P. Justo coinciden en la necesidad de eliminar la figura de Yrigoyen de la escena política. Mientras Uriburu planea abolir los partidos políticos e instaurar un Estado fuerte que transforme la política y la sociedad, Agustín P. Justo sueña con un corto gobierno de facto, que llame rápidamente a elecciones y permita la vuelta a un período regido por los conservadores.
El vicepresidente Enrique Martínez también pretende desplazar a Yrigoyen del poder para asumir la presidencia.
Las traiciones dentro del seno del gobierno facilitan el estallido del golpe.
Los días 3 y 4 de septiembre se realizan marchas encabezadas por los estudiantes de las universidades de Filosofía y Letras, Ingeniería, Derecho y Medicina exigiendo la renuncia de Yrigoyen.
En Plaza de Mayo, a las puertas de la Casa de Gobierno, se produce un tiroteo en el que mueren un policía y un estudiante.
El 5 de septiembre, Enrique Martínez se hace cargo de la presidencia ante el mal estado de salud del presidente.
A la madrugada siguiente, Uriburu se dirige al Colegio Militar y lo subleva sin encontrar oposición.
Desde allí comienza su marcha con apenas un millar de cadetes y civiles que lo acompañan. Un grupo de aviones llega desde El Palomar y arroja volantes sobre la ciudad. Dicen, entre otras cosas: “queremos desterrar a la política”. La columna rebelde avanza por la capital y suma el apoyo de sectores civiles.
Se hace un alto en la Plaza del Congreso, donde un político conservador pretende dar un discurso en apoyo a los golpistas conservadores, que es interrumpido a balazos. Los insurrectos piensan que los disparos provienen de diputados yrigoyenistas y deciden abrir fuego nutrido contra el recinto.
La columna finalmente llega a la Plaza de Mayo.
Los generales José Uriburu y Agustín P. Justo ingresan a la casa de gobierno y obligan al vicepresidente Enrique Martínez a firmar la renuncia.
- Cierre -
Es el día 6 de septiembre de 1930, y se produce el primer golpe militar de la historia argentina.
Hipólito Yrigoyen, aun enfermo, se dirige a la ciudad de La Plata, desde donde intenta articular la resistencia, pero los jefes militares le informan que también se han plegado a la insurrección. Yrigoyen se entrega y queda detenido en el 7º cuartel de Infantería de La Plata.
Concluyen así catorce años de gobiernos radicales, caracterizados por la popularidad y el liderazgo de Hipólito Yrigoyen.
El personalismo del caudillo radical resulta una forma innovadora de manejar el poder político, que divide al país en dos: se está a favor o en contra de Irigoyen.
Con su derrocamiento, se lleva a cabo el primer golpe de Estado de la historia argentina.
Historia de un país. Argentina Siglo XX – Canal Encuentro
Guión: Paula Romero Levit / Pablo Hidalgo – Asesoramiento Histórico: “Eternautas” – Coordinador: Gabriel Di Meglio / Gustavo Álvarez / Juan Pablo Fasano – Asesoramiento de contenidos: Jésica Tritten – Archivo histórico documental de Canal Encuentro: Claudia Perel / María Flores / Gachi González /Verónica Kodalle

EL MODELO AGROEXPORTADOR

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- Presentación -
El 25 de junio de 1912, en la localidad de Alcorta, de la provincia deSanta Fe, una multitud se dirige a la Sociedad Italiana dispuesta a terminar con la distribución irracional de las ganancias obtenidas por el trabajo de la tierra y con la fuerte explotación a la que son sometidos los trabajadores.
El joven abogado Francisco Netri –junto con chacareros, comerciantes, agricultores y trabajadores del campo– ha promovido la protesta y conduce la asamblea en la que participan más de 2000 manifestantes.
La rebelión es el inicio de una protesta más extensa en la Argentina agroexportadora: se suman los sindicatos de trabajadores rurales, pequeños comerciantes y más de 100.000 chacareros.
El 5 de octubre de 1916 Francisco Netri, impulsor y partícipe fundamental del Grito de Alcorta, el movimiento generador de las bases de la Federación Agraria Argentina, es asesinado de un disparo.
- Desarrollo -
El proceso de industrialización que atraviesa Europa a fines del siglo XIX genera oferta de productos manufacturados, demanda de materias primas y excedentes de capitales en busca de mejores márgenes de ganancia.
La Argentina, como otros países que ante la necesidad de mano de obra ofrecen salarios altos, recibe a gran cantidad de inmigrantes expulsados de algunas zonas del viejo continente que sufren exceso de población, desocupación y hambrunas.
América Latina se reacomoda en el nuevo mercado mundial y la Argentina se incorpora como uno de los principales productores de alimentos y materias primas.
La reorientación genera un nuevo patrón económico: el modelo agroexportador. Este modelo se basa en la exportación de carnes y granos, producidos a partir de la explotación extensiva de la tierra, para la que se necesitan capitales externos para inversiones y la incorporación de mano de obra inmigrante.
La Argentina cuenta en ese momento con millones de hectáreas incorporadas por la fuerza como resultado de las campañas de ocupación de los territorios de pueblos y comunidades indígenas.
La expansión de la frontera agrícola, el desarrollo del sistema ferroviario, el alambrado de los campos, y la llegada masiva de inmigrantes para solucionar la escasez de mano de obra permiten la puesta en producción de millones de hectáreas: en 16 años, se pasa de 200.000 hectáreas dedicadas al trigo a 1.600.000.
El Estado nacional emite bonos, sobre los que paga intereses mayores a los europeos. De esta manera, busca atraer capitales financieros extranjeros.
Y utiliza esos préstamos para consolidar su aparato burocrático y militar.
La mayor parte del capital invertido es británico, dado que Gran Bretaña es la principal potencia económica mundial. Los capitales ingleses se invierten en la construcción de puertos y líneas férreas para favorecer la exportación de los productos agropecuarios y la introducción de manufacturas.
Desde la década de 1850, en la Argentina comienza a desarrollarse la producción agrícola a partir del proceso de colonización, que consiste en el loteo de tierras en parcelas de un tamaño rentable para la producción basada en la mano de obra familiar.
Los gobiernos de Santa Fe y Entre Ríos y los empresarios colonizadores privados garantizan el asentamiento de extranjeros, y ofrecen facilidades de crédito para pagar la tierra y capital a través de instrumentos e insumos de labranza como arados y azadas.
Con la llegada de inmigrantes se desarrolla la producción agrícola en la zona norte de la región pampeana, en el centro y sur de Santa Fe y en el sudeste de Córdoba. El resultado más inmediato de la colonización es –hacia la década de 1870- el inicio de las exportaciones de trigo y maíz.
Para 1890 el crecimiento económico y la capacidad de consumo entran en crisis, lo que provoca el cierre de muchos bancos, la consecuente pérdida de los depósitos y la bancarrota del Estado nacional.
La crisis del 90 tiene un duro impacto sobre los colonos que pagan las hipotecas de sus parcelas. Los dos grupos más numerosos y vulnerables son: por un lado, los pequeños arrendatarios, que explotan la tierra en base a la mano de obra familiar, y por otro los llamados braceros, que son peones y jornaleros empleados en la cosecha. El término braceros proviene de la necesidad de brazos para levantar las cosechas.
A la producción agrícola se le suma la actividad ganadera, y así el modelo agroexportador obtiene gran dinamismo con la estancia mixta, en la que se alternan actividades agrícolas con la cría de ganado.
Este sistema, sumado a las fuertes inversiones –principalmente de origen europeo- coloca a la Argentina en condiciones de satisfacer la demanda de países como Gran Bretaña, Alemania, Bélgica, Francia, y Suiza.
El sistema productivo genera una estructura en la que el sector agrario es tan fuerte que se convierte en la clave del modelo económico.
Con la importación de sementales, que dan lugar a un ganado que produce más kilos de carne en menos tiempo, se perfeccionan las razas ganaderas según el gusto de los diferentes mercados que las consumen.
El grupo de productores dedicados al ganado refinado, dividido entre criadores e invernadores (es decir, los que engordan a los animales), se consolida. Los invernadores, por su posición de intermediarios, son
quienes fijan el precio en el mercado de la carne.
Hasta fines del siglo XIX el ganado se exporta en pie, es decir, vivo, pero a principios del siglo XX comienza la exportación de carne congelada, y más tarde la de carne enfriada. La aparición del frigorífico es decisiva en el crecimiento de las exportaciones de carne. Los frigoríficos quedan también en poder de extranjeros; primero en manos británicas: los frigoríficos Las Palmas y Smithfield, y más tarde en norteamericanas: Swift y Armour, aunque algunos, como Sansinena y La Negra, son de capital nacional.
El progreso económico, determinado por la necesidad de abastecer el creciente mercado, alcanza a la provincia de Mendoza con la industria del vino, y a Tucumán, Jujuy, Salta y Santiago del Estero, con la caña de azúcar. El Estado, a través de tarifas aduaneras a la importación, protege estas actividades productivas. Alienta y garantiza obras de infraestructura que permiten conectar a las regiones productoras con los mercados consumidores.
En el norte de Santa Fe, parte de Corrientes, Chaco y Santiago del Estero se inicia un proceso de explotación de los bosques de quebracho, principalmente por parte de la compañía La Forestal del Chaco, una empresa de capitales ingleses con aportes de accionistas franceses y alemanes. Del quebracho se extrae el tanino, una sustancia que se exporta y se consume a escala local para curtir cueros. Además, la madera del quebracho se utiliza para producir durmientes de ferrocarril y postes.
En Santa Fe, la construcción del ferrocarril abarata la salida de los productos y alienta la instalación de fábricas de tanino, obrajes, talleres, almacenes y poblados en las zonas que atraviesa.
A muchas de las tierras fiscales apropiadas durante las campañas de ocupación del norte patagónico se las utiliza para la ganadería extensiva. Hacia ellas se traslada el ganado ovino desplazado de la pampa húmeda por el desarrollo de la agricultura y el ganado bovino.
Así se genera un paisaje de contrastes entre los escasos valles con irrigación destinados a la agricultura intensiva y con mayor cantidad de habitantes, y las miles de hectáreas que quedan sin poblar y sin explotar por la gran especulación con el precio de la tierra.
Seis millones de hectáreas quedan en manos de un puñado de propietarios.
En 1907, el presidente Figueroa Alcorta decreta que el yacimiento petrolero descubierto en Chubut es de propiedad estatal. A partir de entonces empieza a formarse un nuevo polo de desarrollo en esa provincia.
El desarrollo del ferrocarril permite la integración de las diferentes regiones del país, facilita la llegada de la mano de obra necesaria, de las mercaderías de consumo para la población en crecimiento, y posibilita el aumento de la exportación de los diferentes productos.
Gran Bretaña domina el negocio de los ferrocarriles. La expansión de la red ferroviaria es vertiginosa: pasa de 9400 km en 1890 a casi de 34.000 km en 1914.
En la región pampeana, corazón del modelo agroexportador, comienzan los conflictos por la explotación impuesta a los trabajadores: bajos salarios, extensas jornadas laborales y excesivos cánones de arrendamiento de las tierras chocan con la idea, promovida por el gobierno y los terratenientes, de que se vive un desarrollo social armónico.
La alta movilidad de la mano de obra en épocas de poco trabajo en el campo traslada los conflictos a las ciudades.
Entre 1901 y 1904 se realizan varias huelgas protagonizadas por peones de la región pampeana, asalariados del sector cañero del Noroeste y quebracheros de la zona chaqueña.
En 1911, la mala cosecha eleva el precio de los granos. Al año siguiente, las condiciones climáticas favorables permiten una cosecha récord que provoca la baja del precio de los granos por la abundancia
de oferta. Para los arrendatarios, esto significa menos ingresos y grandes dificultades al momento de afrontar el pago de los elevados cánones de arrendamiento.
La situación se vuelve acuciante para los pequeños productores, ya que a las deudas originadas por la mala cosecha del año anterior se les suma la caída de los precios del grano.
Muchos comienzan a juntarse en almacenes, parroquias y viviendas precarias para buscar soluciones. En la localidad de Firmat, de la provincia de Santa Fe, se organiza la Sociedad Cosmopolita de Agricultores. En Bigand, la de Campesinos Unidos. Las demandas deben ser escuchadas.
El 25 de junio de 1912 varios pueblos rurales del sur santafesino amanecen con sus faenas campestres paralizadas. Francisco Netri, un joven abogado llegado de Italia en 1897, está al frente de la asamblea. Le debe a su hermano Pascual, párroco del pueblo de Alcorta, el haberlo acercado al movimiento agrario. Netri promueve la protesta junto a chacareros, comerciantes, agricultores y trabajadores del campo, y su lugar de privilegio lo lleva a conducir la votación en la que participan más de 2000 manifestantes.
La decisión a la que llegan es contundente: huelga por tiempo indeterminado para presionar a los terratenientes hasta tanto no se obtenga la rebaja general de los arrendamientos y aparcerías.
El momento que eligen los huelguistas para presionar a los arrendatarios es clave: acaba de levantarse la cosecha de maíz y se debe roturar y preparar la tierra para la próxima campaña.
El Grito de Alcorta, como se llamó al movimiento, es apoyado por braceros, agricultores, chacareros y pequeños y medianos comerciantes locales ligados al agro. La huelga, que se extiende por cuatro meses, alcanza a otras colonias y pueblos de Santa Fe, Buenos Aires, Córdoba y Entre Ríos.
Se forma una comisión oficial que media entre los arrendatarios y las organizaciones corporativas de los terratenientes y grandes acopiadores, como la Sociedad Rural de Santa Fe y la Bolsa de Comercio de Rosario.
En agosto, las comisiones locales confluyen en una reunión en Rosario, que deriva en la formación de la Federación Agraria Argentina. Netri se incorpora como asesor letrado de la Comisión Directiva.
El Grito de Alcorta es el primer movimiento agrario de gran alcance que promueve la asociación gremial de chacareros, y crea una corriente que estimula las protestas y el surgimiento del cooperativismo agrario.
Pero las coincidencias entre obreros y arrendatarios pronto llegan a su fin.
Los braceros se organizan y deciden amplias huelgas de asalariados rurales, con la esperanza de terminar con el trabajo esclavo al que aún son sometidos.
A partir del Grito de Alcorta los propietarios acuerdan suavizar las condiciones de contratación según las demandas de los productores y se consigue la rebaja de los arrendamientos y la consolidación de la organización gremial de los chacareros en la Federación Agraria Argentina.
Creada con la unión de los chacareros y dirigentes radicalizados, la Federación Agraria Argentina se alinea con los terratenientes. Entre 1912 y 1917, los dirigentes más radicalizados se apartan por voluntad propia o son expulsados.
Europa maneja el mundo, tecnológica, financiera y políticamente. El dominio sobre las áreas coloniales y las necesidades de expansión de las grandes potencias industriales hacen que las confrontaciones se vuelvan cada vez más frecuentes, no sólo en el viejo continente sino también en las colonias de África, China o el Medio Oriente.
Pero el enfrentamiento entre el Imperio Austrohúngaro y Serbia traspasa las fronteras, el 1 de agosto de 1914, y la declaración de guerra se extiende hasta Rusia desatando un conflicto del que participan 32 naciones.
La Argentina, aunque es neutral, no sale ilesa de la Gran Guerra. Las importaciones disminuyen, muchas industrias se achican o desaparecen y aumentan la desocupación y el trabajo precario.
- Cierre -
En 1916, mientras se dirige a la sede rosarina de la Federación Agraria, Francisco Netri recibe un disparo. Herido, logra llegar hasta la peluquería ubicada frente a la Federación y muere en el patio de ese local.
El autor del disparo es Carlos Ocampo. Aunque nunca devela en el juicio el motivo de su accionar, se sospecha que el asesino ha sido contratado por los terratenientes santafesinos.
Para 1917, el estallido de la Revolución Rusa impulsa la radicalización de algunas fracciones locales de anarquistas, socialistas y comunistas. Pero la postura de los chacareros de no alinearse tras ningún ideal político les permite una mejor negociación frente a los gobiernos radicales, tanto en Santa Fe, desde 1912, como a nivel nacional desde 1916, con las presidencias de Hipólito Yrigoyen.
Esta posición negociadora lleva a la sanción de la primera ley de arrendamientos agrícolas, en 1921.
El modelo agroexportador moderniza al país y lo convierte en uno de los mayores exportadores del mundo, pero al mismo tiempo expone a la clase trabajadora a constantes y múltiples situaciones de explotación e injusticia.
Historia de un país. Argentina Siglo XX – Canal Encuentro
Guión: Paula Romero Levit/ Pablo Hidalgo – Asesoramiento Histórico: “Eternautas” – Coordinador: Gabriel Di Meglio/ Gustavo Alvarez/ Juan Pablo Fasano – Asesoramiento de contenidos: Jésica Tritten – Archivo histórico documental de
Canal Encuentro: Claudia Perel/ María Flores/ Gachi González/Verónica Kodalle

martes, 6 de octubre de 2009

LA REPÚBLICA CONSERVADORA















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Presentación

El carruaje avanza sin prisa en la noche fría del 1 de julio de 1896.
El estruendo de un disparo sobresalta al caballo, que apura el paso hasta llegar a destino.
El portero del Club del Progreso, decidido, abre la puerta del carro.
La visión es estremecedora: el líder de la Unión Cívica Radical,
Leandro N. Alem, tiene un tiro en la sien derecha.
Su cuerpo es trasladado hasta el salón del club, y en una ceremonia improvisada despiden azorados a una de las figuras claves de la política de la época.
La voz de la revolución yace sin vida sobre una mesa, con el rostro velado por su poncho de vicuña.
- Desarrollo –
Desde 1880 gobierna la Argentina el PAN -el Partido Autonomista Nacional–, primero bajo el mandato de Julio Argentino Roca y luego de Miguel Juárez Celman.
El fraude y la baja concurrencia de votantes son los mecanismos usuales en las elecciones.
En todo el país, pero sobre todo en el Litoral, las transformaciones sociales producto de la inmigración masiva se hacen cada vez más notorias.
Juárez Celman lleva cuatro años en el gobierno. Su política económica profundiza el desarrollo del modelo agroexportador que genera una crisis económica que –a medida que avanza– articula a los opositores.
A partir de la publicación de un artículo en el diario La Nación, que denuncia el lamentable estado de cosas y la falta de una oposición que controle el poder del presidente, se conforma en Buenos Aires la Unión Cívica de la Juventud, que reúne a un grupo de jóvenes estudiantes universitarios que organiza, el 1º de septiembre de 1889, en el Jardín Florida, la primera manifestación de oposición a Juárez Celman.
Después de esta reunión, y cuando incorpora a otros grupos opositores, la Unión Cívica de la Juventud cambia de nombre y comienza a llamarse Unión Cívica.
Luego de 10 años en los que se mantuvo fuera de la política, el popular caudillo Leandro N. Alem regresa como líder de la Unión Cívica y firme opositor al régimen roquista.
La oposición liderada por la Unión Cívica tiene dos objetivos: agitar a la opinión pública contra el gobierno y preparar una revolución para derrocar al presidente. Acusa al gobierno de Juárez Celman de carecer de moral administrativa y pide la libertad de sufragio y el respeto a las autonomías provinciales.
El 26 de julio, en el Parque de Artillería, el general Manuel J. Campos, que está ligado a la Unión Cívica y tiene a su mando a 50 militares del batallón de Ingenieros, recibe a Alem, en plena madrugada.
Leandro N. Alem será el jefe de los civiles, mientras que el general Campos será el jefe militar de la revolución. En pocas horas se suman 400 civiles y más de mil uniformados, que inician el alzamiento conocido como la Revolución del 90.
El presidente Juárez Celman se dirige hacia el cuartel de Retiro donde se concentran los hombres del ejército y la policía leales al gobierno.
Desde el Parque de Artillería, la junta revolucionaria los intima a someterse a la revolución que acaba de estallar.
Hombres y mujeres enterados del levantamiento llegan al Parque a pedir armas. La Junta los forma en dos batallones y ordena la movilización de la Guardia Nacional. En las azoteas se divisan las boinas blancas, prenda que consiguen los sublevados para identificarse.
En el cuartel de Retiro, el presidente, los ministros, el vicepresidente Carlos Pellegrini y el general Julio A. Roca, a cargo de la defensa de la Casa de Gobierno, decretan el estado de sitio, la movilización de la guardia nacional y deciden el alejamiento del presidente al interior del país.
El general Levalle y el vicepresidente comandan el ataque a los rebeldes.
Los revolucionarios construyen cantones y trincheras alrededor de la plaza del Parque de Artillería. A las 9 de la mañana comienzan los enfrentamientos. Varios uniformados de la fuerza policial son acribillados.
Desde la calle Talcahuano, los revolucionarios, apostados en los cantones, atacan al regimiento 11 de Caballería. La bocacalle queda cubierta de muertos y heridos y más de 50 caballos destrozados.
El general Levalle, que avanza por Cerrito, es emboscado desde los techos de la Intendencia Municipal, y se da en retirada. Las fuerzas leales al gobierno se recomponen y a las 3 de la tarde logran quedar a una manzana del Parque.
Al atardecer la batalla cesa. Recogen más de 150 muertos.
Por la mañana se reinician los ataques y las fuerzas revolucionarias deben replegarse dentro del Parque. Los rebeldes piden parlamentar.
Aristóbulo del Valle se reúne con el vicepresidente Carlos Pellegrini y le solicita un armisticio de 24 horas para enterrar a los muertos y atender a los heridos.
Los barcos de guerra favorables a los revolucionarios ignoran el acuerdo del cese de fuego, y bombardean la Plaza de Mayo, la Casa de Gobierno y la zona de Retiro.
A las cinco de la tarde se reanudan los combates en la zona del Parque. Las fuerzas revolucionarias comienzan a debilitarse.
Leandro N. Alem y Aristóbulo del Valle, ante la falta de municiones, pactan con las autoridades los términos de la rendición. La revolución ha concluido.
La ciudad está paralizada: la Bolsa, los comercios, los teatros, todo permanece cerrado. Juárez Celman, sin el apoyo de su propio partido, presenta la renuncia el 6 de agosto de 1890. Lo sucede el vicepresidente, Carlos Pellegrini.
Julio Argentino Roca, apodado “El zorro”, es nombrado ministro del Interior. Desde el nuevo cargo, comienza a reconstruir su liderazgo en el Partido Autonomista Nacional.
En 1891, la Unión Cívica proclama su fórmula para las próximas elecciones. Proponen a Bartolomé Mitre como presidente, y como vice a Bernardo de Irigoyen.
Dentro del Partido Autonomista Nacional, los llamados modernistas, en oposición a Roca, impulsan la renovación del sistema político para asegurar elecciones limpias. Roca decide pactar con Mitre una formula única para las siguientes elecciones presidenciales.
Mitre es un hombre de la Unión Cívica, donde hay dirigentes como Bernardo de Irigoyen o Leandro N. Alem, que proponen seguir la lucha, pero ahora contra Roca.
Al aceptar Mitre el pacto propuesto por Roca provoca la ruptura de la Unión Cívica. Sus seguidores forman la Unión Cívica Nacional mientras que Leandro N. Alem y Bernardo de Yrigoyen crean la Unión Cívica Radical. Nace así el partido Radical, que va a tener una
larguísima trayectoria en la historia argentina.
La posición de los radicales en contra del régimen hace que el presidente Carlos Pellegrini declare el estado de sitio y detenga a varios de sus dirigentes, acusándolos de estar organizando una
revolución.
La Unión Cívica Radical sostiene la abstención en los comicios presidenciales.
Roca, luego de pactar con Mitre, levanta la candidatura de Luis Sáenz Peña y José Evaristo Uriburu, quienes –con fraude– ganan las elecciones.
En 1893, cercado por los conflictos políticos, el presidente Luis Sáenz Peña convoca como ministro al antiguo cívico Aristóbulo del Valle.
Leandro N. Alem y sus partidarios radicales reconocen a Del Valle como a un viejo compañero de lucha, y seguros de no ser reprimidos inician levantamientos en Santa Fe, San Luis y Buenos Aires, para derrocar al régimen conservador.
Del Valle se opone y renuncia. El Congreso aprueba la intervención de las tres provincias que los rebeldes han logrado tomar.
Un mes después, hay tres nuevos levantamientos en las provincias de Santa Fe, Corrientes y Tucumán. Julio Argentino Roca, nuevo
comandante en jefe del Ejército, acaba con los levantamientos. La victoria lo posiciona –una vez más– como el hombre necesario para los conservadores.
En la Unión Cívica Radical, Leandro Alem ha ido formando a su sobrino, Hipólito Yrigoyen, para ser un dirigente partidario. De hecho, Yrigoyen se convertirá más tarde en un político fundamental de la historia argentina.
Pero durante los seis meses que Alem pasa en la cárcel, la relación con su sobrino se vuelve cada vez más tensa. El nuevo líder radical, Hipólito Irigoyen, es acusado por Alem del fracaso de la revolución.
La relación entre ambos se quiebra definitivamente. “Los radicales conservadores se irán con don Bernardo, otros radicales se harán socialistas o anarquistas; la canalla de Buenos Aires, dirigida por el pérfido traidor de mi sobrino Hipólito, se irá con Roque Sáenz Peña; y los intransigentes, nos iremos.” (Leandro N. Alem)
Aristóbulo del Valle muere…
Leandro N. Alem, con sus fuerzas agotadas, entristecido por la muerte de su amigo y compañero de lucha y acuciado por problemas económicos, escribe su testamento político.
“He terminado mi carrera, he concluido mi misión. Para vivir estéril, inútil y deprimido, es preferible morir. ¡Sí, que se rompa, pero que no se doble!(…)”
“(…) Mis dolencias son gravísimas, necesariamente mortales. ¡Adelante los que quedan!(…)” (Leandro N. Alem)
El 1 de julio de 1896, Leandro N. Alem, mientras se dirige en su carruaje hacia al Club del Progreso, se quita la vida. Tiene 54 años.
Su cuerpo es trasladado hasta el salón, y en una ceremonia improvisada, los presentes despiden, azorados, al líder radical.
La noticia conmueve al pueblo, que se reúne en las calles. El desfile acompaña al féretro embanderado.
La muerte de Alem profundiza la crisis entre las facciones radicales de la Capital –liderada por Bernardo de Irigoyen– y la provincia de Buenos Aires –conducida por Hipólito Yrigoyen–.
Bernardo de Irigoyen impulsa una alianza con la Unión Cívica Nacional. En oposición, Hipólito Yrigoyen disuelve la UCR bonaerense, obliga a sus diputados a renunciar y cierra los comités en toda la provincia. Como respuesta es expulsado del partido.
Fracturada, la Unión Cívica Radical queda desdibujada de la escena política y comienza una serie de alianzas con otros partidos en distintas provincias.
Con las fuerzas opositoras debilitadas, la vieja política de alianzas y de manejo electoral vuelve a triunfar. En 1898, Julio Argentino Roca gana las elecciones –con los mecanismos de fraude usuales de la época– e inicia su segunda presidencia.
Durante su gestión presenta un controvertido proyecto de unificación de la deuda externa. La prensa inicia una ofensiva y advierte a la opinión pública de las terribles consecuencias de ese proyecto para el crédito interno. Se realizan marchas opositoras en la capital y aunque el presidente declara el estado de sitio debe retirar el proyecto de ley.
Ante el avance de los ideales anarquistas entre los trabajadores y el aumento de la conflictividad social, por las malas condiciones de vida y de trabajo, se plantean dos respuestas:
En 1902 se sanciona la Ley de Residencia, que permite la expulsión del país de aquellos extranjeros que fueren considerados agentes de perturbación social: los anarquistas.
Y también se lleva adelante una investigación de las condiciones de trabajo en la Argentina, que sirve como base para un proyecto de código del trabajo, que no llega a ser aprobado por el Congreso.
Se acercan las elecciones y las prácticas fraudulentas continúan.
La Unión Cívica Radical, reorganizada por Yrigoyen, se abstiene y acusa al gobierno de Roca de abuso en la administración pública y de usar el fraude como herramienta para la permanencia en el poder.
En 1904, la fórmula conservadora de Manuel Quintana y José Figueroa Alcorta gana las elecciones.
En 1905 estalla la última revolución radical en Buenos Aires, Rosario, Córdoba y Mendoza. Los levantamientos cívico-militares son derrotados pero muestran al radicalismo vivo y dotado de una renovada popularidad.
A fines de 1905 el presidente Manuel Quintana enferma gravemente y muere pocos meses después. Lo sucede el vicepresidente Figueroa Alcorta. Durante su mandato, la desigualdad social y las malas condiciones laborales se vuelven cada vez más evidentes. Las extensas jornadas y la explotación de niños y mujeres fomentan un fuerte malestar entre las clases trabajadoras. Huelgas y protestas, como la huelga de inquilinos o la “semana Roja” son severamente reprimidas.
Antes de finalizar su mandato, Figueroa Alcorta promulga la Ley de Defensa Social, que permite el confinamiento en cárceles de quienes sean considerados peligrosos, o capaces de ocasionar disturbios.
El presidente se despide con los festejos del Centenario de la Revolución de Mayo, con la pretensión de demostrarle al mundo la prosperidad de la Nación Argentina.
La fórmula del PAN, Roque Sáenz Peña-Victorino de la Plaza, se impone, casi sin oposición, gracias a la aceitada maquinaria electoral de los conservadores, en las elecciones de 1910, y consigue la totalidad de los votos del Colegio Electoral.
El presidente electo, líder de los conservadores modernistas que han logrado desplazar a Roca en el manejo del partido, se reúne con Hipólito Yrigoyen, jefe de la Unión Cívica Radical.
Yrigoyen promete abandonar la vía revolucionaria y Roque Sáenz Peña promulgar la ley electoral que será fundamental para la historia de la República Argentina.
- Cierre –
En 1912, Sáenz Peña establece el voto universal masculino, secreto y obligatorio, la representación de las minorías y el uso del padrón militar, con lo que la voluntad ciudadana comienza a ser respetada en la elección de sus autoridades.
La UCR abandona la lucha revolucionaria, y junto al Socialismo se integra al mapa electoral. El partido liderado por Hipólito Yrigoyen surge como una fuerza nacional por encima de las diferencias regionales y de clase. Sus actos son cada vez más masivos.
La UCR organiza una red de comités por todo el país, que se van posicionando como la base de su poder electoral. En 1916 la fórmula radical, con Hipólito Yrigoyen a la cabeza, gana en las elecciones presidenciales sin fraude: años de precariedad política llegan a su fin.
La ley Sáenz Peña representa la llave hacia un nuevo período político en la historia argentina.
Una nueva metodología regirá al país durante los próximos 14 años: las elecciones sin fraude y el inicio de una nueva política con más participación de las masas.
Historia de un país. Argentina Siglo XX – Canal Encuentro
Guión: Paula Romero Levit/ Pablo Hidalgo – Asesoramiento Histórico: “Eternautas” –
Coordinador: Gabriel Di Meglio/ Gustavo Alvarez/ Juan Pablo Fasano – Asesoramiento de
contenidos: Jésica Tritten – Archivo histórico documental de Canal Encuentro: Claudia Perel/
María Flores/ Gachi González/Verónica Kodalle

viernes, 2 de octubre de 2009

LÍNEA DE TIEMPO GENERAL DEL PERÍODO 1880-2009

Línea de tiempo general del período 1880-2009
http://www.vivirenargentina.com/la_linea_del_tiempo-sec270.html
La República conservadora
En 1880 llegó al poder el general Julio Argentino Roca , consolidando un modelo agroexportador en lo económico y conservador en lo político, basado en la exclusión de la mayoría de la población de la vida política. Se incrementaron notablemente las inversiones inglesas en bancos, frigoríficos y ferrocarriles, y creció la deuda externa. A partir de la crisis de 1890 surgieron las oposiciones al régimen. Por el lado político, la Unión Cívica Radical, que luchaba por la limpieza electoral y contra la corrupción. Y por el lado social, el movimiento obrero, que peleaba por la dignidad de los trabajadores desde los gremios socialistas y anarquistas.

El voto secreto y obligatorio
La lucha de la Unión Cívica Radical y el creciente descontento social expresado por innumerables huelgas, llevaron a un sector de la clase dominante a impulsar una reforma electoral que calmara los ánimos y trasladara la discusión política desde las calles hasta el parlamento. En 1912, el presidente Roque Sáenz Peña logró la sanción de la ley que lleva su nombre, y que establece el voto secreto y obligatorio.



La etapa radical
La aplicación de ley Sáenz Peña hizo posible la llegada del radicalismo al gobierno, que gobernarán al país entre 1916 y 1930 bajo las presidencias de Hipólito Yrigoyen (1916-1922 y 1928-1930) , y Marcelo Torcuato de Alvear (1922-1928) . Se produjeron entonces importantes cambios tendientes a la ampliación de la participación ciudadana, la democratización de la sociedad, la nacionalización del petróleo y la difusión de la enseñanza universitaria. El período no estuvo exento de conflictos sociales derivados de las graves condiciones de vida de los trabajadores. Algunas de sus protestas, como las de la llamada Semana Trágica y las ocurridas en la Patagonia , fueron duramente reprimidas, con miles de trabajadores detenidos y centenares de muertos.


La década infame
El 6 de septiembre de 1930, los generales José Félix Uriburu y Agustín P. Justo encabezaron un golpe de estado apoyado por grupos políticos conservadores, y expulsaron del gobierno a Hipólito Yrigoyen, presidente radical. En 1933 se firmó con Inglaterra el Pacto Roca-Runciman, que aumentaba enormemente la dependencia argentina con ese país. Se sucedieron los gobiernos conservadores de Uriburu (1930-32), Justo (1932-38) , Roberto Ortíz (1938-42 ) y Ramón Castillo (1942-43 ), que se desentienden de los padecimientos de los sectores populares.

La etapa peronista
En 1943, un grupo de militares nacionalistas dio un golpe de estado y derrocó al presidente Castillo. Dentro de este grupo se destacaba el coronel Juan Domingo Perón , quien desde la Secretaría de Trabajo y Previsión llevaría adelante un política tendiente a mejorar la legislación laboral y social (vacaciones pagas, jubilaciones, tribunales de trabajo). El apoyo popular a Perón lo llevaría al gobierno en las elecciones de 1946. Durante sus dos presidencias (1946-52 y 1952-55) Perón, impulsó una política que combinaba el impulso de la industria, el empleo, las comunicaciones y los transportes con la acción social desarrollada por Eva Perón a través de la construcción de hospitales, escuelas, hogares para niños y ancianos, y ayuda económica para los más pobres.



La inestabilidad política
En 1955, un nuevo golpe militar derrocó a Perón. A partir de entonces y hasta 1973, los peronistas no pudieron votar por su partido.
En ese período hubo dos presidentes civiles, Arturo Frondizi (1958-62) y Arturo Illia (1963-66) , que intentaron impulsar el desarrollo nacional y poner fin a la proscripción del peronismo.
Ambos fueron derrocados por golpes militares. El golpe de 1966, conocido como Revolución Argentina, se prolongó en el poder por siete años hasta que la presión popular, expresada en violentas protestas como el Cordobazo y en la aparición de grupos guerrilleros, obligó a los militares a llamar a elecciones. El 11 de marzo de 1973 resultó electo el candidato peronista, Héctor Cámpora.


El regreso del peronismo
Entre 1973 y 1976 hubo cuatro presidentes peronistas , Héctor Cámpora 1973 , Raúl Lastiri 1973 , Perón 1973-1974 e Isabel Perón 1974-76 -- que intentaron retomar algunas de las medidas sociales del primer peronismo como el impulso de la industria y la acción social, el mejoramiento de los sueldos y el control de precios. Pero los conflictos internos del movimiento peronista y la guerrilla, sumados a la crisis económica mundial de 1973 complicaron las cosas, que se agravaron aún más con la muerte de Perón en 1974 y la incapacidad de su sucesora, Isabel Perón, para conducir el país. Esta crisis fue utilizada como excusa para terminar con el gobierno democrático e instalar un nuevo golpe militar.


La dictadura
La dictadura militar que gobernó el país entre 1976 y 1983 contó con el decisivo respaldo de los grandes grupos económicos nacionales y el financiamiento permanente de los grandes bancos internacionales, además de los organismos internacionales de crédito como el Banco Mundial y el Fondo Monetario Internacional. El resultado para el país fue fatídico: miles de muertos y desaparecidos, centenares de miles de exiliados, la derrota del ejército argentino en Malvinas, la multiplicación de la deuda externa, la destrucción de gran parte del aparato productivo nacional, y la quiebra y el vaciamiento de la totalidad de las empresas públicas por causa de la corrupción.
La vuelta a la democracia
Desde 1983, el país vive en democracia. Sin embargo, la herencia dejada por la dictadura militar fue muy pesada y los sucesivos gobiernos (Raúl Alfonsín 1983-1899 y Carlos Menem 1989-99) se vieron condicionados por las presiones económicas. Menem entendió que la solución pasaba por una política de privatizaciones que generó una breve etapa de bienestar (entre 1991 y 95) pero que concluyó con una profunda crisis que provocó desocupación y aumentó notablemente la deuda externa. El 24 de octubre de 1999, el radical Fernando de la Rúa ganó las elecciones con Carlos "Chacho" Alvarez como vicepresidente. Sin embargo, no fue capaz de controlar la grave situación económica y social del país, y el 21 de diciembre de 2001 renunció luego de dos días de caos social, que dejaron un saldo de veintinueve muertos, saqueos de comercios y supermercados, y la instauración el famoso "corralito" (el congelamiento de los depósitos bancarios de los ciudadanos). En menos de dos semanas, el país vio desfilar a cinco presidentes: Fernando De la Rúa , Ramón Puerta, Adolfo Rodríguez Saa y Eduardo Camaño. Finalmente, con el apoyo del Partido Justicialista bonaerense, Eduardo Duhalde inició su mandato provisorio hasta que en nuevas elecciones, el 25 de mayo de 2003 asumió como presidente el justicialista Néstor Kirchner.
Nuestros días
El 10 de diciembre de 2007 asumió la Presidencia de la Nación por el período 2007–2011, la doctora Cristina Fernández de Kirchner. No sólo es la primera mujer en la Argentina que accede a esa posición por decisión popular, sino que, además, es la primera mujer en el mundo que recibe los atributos presidenciales de manos de su esposo. Perteneciente a una corriente interna del Partido Justicialista, el Frente para la Victoria, Cristina Fernández se desempeñó como Diputada Nacional por la provincia de Santa Cruz y como Senadora Nacional por las provincias de Santa Cruz y Buenos Aires. La gestión de la presidenta Fernández de Kirchner continúa con el proyecto de su antecesor.

jueves, 1 de octubre de 2009

EDUARDO GALEANO ¿Cristóbal Colón descubrió América en 1492?


¿Cristóbal Colón descubrió América en 1492? ¿O antes que él la descubrieron los vikingos? ¿Y antes que los vikingos? Los que allí vivían, ¿no existían?
Por Eduardo Galeano

Cuenta la historia oficial que Vasco Nuñez de Balboa fue el primer hombre que vio, desde una cumbre de Panamá, los dos océanos. Los que allí vivían, ¿eran ciegos?
¿Quiénes pusieron los primeros nombres al maíz y a la papa y al tomate y al chocolate y a las montañas y a los ríos de América? ¿Hernán Cortés, Francisco Pizarro? Los que allí vivían, ¿eran mudos?
Nos han dicho, y nos siguen diciendo, que los peregrinos del Mayflower fueron a poblar América ¿América estaba vacía?
Como Colón no entendía lo que decían, creyó que no sabían hablar.
Como andaban desnudos, eran mansos y daban todo a cambio de nada, creyó que no eran gentes de razón.
Y como estaba seguro de haber entrado al Oriente por la puerta de atrás, creyó que eran indios de la India.
Después, durante su segundo viaje, el almirante dicto un acta estableciendo que Cuba esra parte de Asia.
El documento del 14 de junio de 1494 dejo constancia de que los tripulantes de sus tres naves lo reconocían así; y quien dijera lo contrario se le darían 100 azotes, se le cobraría una pena de diez mil maravedíes y se le cortaría la lengua.
El notario, Hernán Pérez de Luna dio fe.
Y al pie firmaron los marinos que sabían firmar.
Los conquistadores exigían que América fuera lo que no era. No veían lo que veían, sino lo que querían ver: La fuente de la juventud, la ciudad de oro, el reino de las esmeraldas, el país de la canela. Y retrataron a los americanos tal como antes habían imaginado a los paganos de Oriente.
Cristóbal Colón vio en las costas de Cuba sirenas con caras de hombres y plumas de gallo y supo que no lejos de allí los hombres y las mujeres tenían rabos.
En la Guayana, según sir Walter Raleigh, había gente con los ojos en los hombros y la boca en el pecho.
En Venezuela, según fray Pedro Simón, había indios de orejas tan grandes que las arrastraban por los suelos.
En el río Amazonas, según Cristóbal de Acuña, los nativos tenían los pies al revés, con los talones adelante y los dedos atrás, y según Pedro Martín de Anglería las mujeres se mutilaban un seno para el mejor disparo de sus flechas.
Anglería, que escribió la primera historia de América pero nunca estuvo allí, afirmó también que en el nuevo mundo había gente con rabos, como había contado Colón, y sus rabos eran tan largos que solo podían sentarse en asientos con agujeros.
El Código Negro prohibía la tortura de los esclavos en las colonias francesas. Pero mo era por torturar, sino por educar, que los amos azotaban a sus negros y cuando huían les cortaban los tendones.
Eran conmovedoras las leyes de Indias, que protegían a los indios en las colonias españolas. Pero más conmovedoras eran la picota y la horca clavadas en el centro de cada plaza mayor.
Muy convincente resultaba la lectura del requerimiento, que en vísperas del asalto a cada aldea explicaba a los indios que Dios había venido al mundo y que había dejado en su lugar a San Pedro y que San Pedro tenía por sucesor al Santo Padre y que el Santo Padre había hecho merced a la reina de Castilla de toda esta tierra y que por eso debían irse de aquí o pagar tributo en oro y que en caso de negativa o demora se les haría la guerra y ellos serían convertidos en esclavos y también sus mujeres y sus hijos. Pero este requerimiento de obediencia se leía en el monte, en plena noche, en lengua castellana y sin intérprete, en presencia del notario y de ningún indio, porque los indios dormían a algunas leguas de distancias y no tenían la menor idea de lo que se les venía encima.
Hasta no hace mucho, el 12 de octubre era el día de la raza.
Pero, ¿acaso existe semejante cosa? ¿Qué es la raza, además de una mentira útil para exprimir y exterminar al prójimo?
En el año 1942, cuando Estados Unidos entró en la guerra mundial, la Cruz Roja de ese país decidió que la sangre negra no sería admitida en sus bancos de plasma. Así se evitaba que la mezcla de razas, prohibida en la cama, se hiciera por inyección.
¿Alguien ha visto, alguna vez, sangre negra?
Después, el Día de la Raza paso a ser el Día del Encuentro.
¿Son encuentros las invasiones coloniales? ¿las de ayer, y las de hoy, encuentros? ¿no habría que llamarlas, más bien, violaciones?
Quizas el episodio más revelador de la historia de América ocurrió en el año de 1563, en Chile. El fortín de Arauco estaba sitiado por los indios, sin agua ni comida, pero el capitán Lorenzo Bernal se negó a rendirse. Desde la empalizada grito:
¡Nosotros seremos cada vez más!
-¿Con qué mujeres? – pregunto el jefe indio.
Con las vuestras. Nosotros les haremos hijos que serán vuestros amos.

Los invasores llamaron caníbales a los antiguos americanos, pero más caníbal era el Cerro Rico de Potosí, cuyas bocas comían carne de indios para alimentar el desarrollo capitalista de Europa.
Y los llamaron idólatras, porque creían que la naturaleza es sagrada y que somos hermanos de todo lo que tiene piernas, patas, alas o raíces.
Y los llamaron salvajes. En eso, al menos, no se equivocaron. Tan brutos eran los indios que ignoraban que debían exigir visa, certificado de buena conducta y permiso de trabajo a Colón, Cabral, Cortés, Alvarado, Pizarro y los peregrinos del Mayflower.