miércoles, 11 de noviembre de 2009

"Eva Perón y la cultura peronista"



Ver video en el sitio del Canal Encuentro: http://www.encuentro.gov.ar/Content.aspx?Id=851

- Presentación -
El 22 de agosto de 1951, más de un millón de trabajadores se movilizan hasta la avenida Nueve de Julio, para formar parte de uno de los actos políticos más multitudinarios de la historia argentina.
En el escenario montado por la CGT frente al Ministerio de Obras Públicas, las personalidades más importantes del partido peronista esperan las palabras de una sola persona: María Eva Duarte de Perón, esposa del presidente Juan Domingo Perón y principal oradora de la jornada.
Ese día, Eva Perón debe contestar si acepta la candidatura a la vicepresidencia de la Nación para las elecciones de noviembre del mismo año.
En las últimas horas, rumores de un levantamiento militar hacen peligrar su candidatura y la multitud teme que la respuesta sea la menos esperada.
“Compañeros: ¿ustedes creen que, si el puesto de vicepresidenta fuera una carga y yo hubiera sido una solución, no hubiera ya contestado que sí? Es que estando al lado del general Perón en el gobierno, el puesto de vicepresidente no es más que un honor y yo aspiro nada más que al honor del cariño de los humildes de mi patria”, dijo Evita.
¡No, no! ¡Con Evita, con Evita!, fue la respuesta de la plaza.
Ante la negativa de sus seguidores, Eva Perón pide unas horas más para meditar la respuesta. Nueve días más tarde, renuncia a su candidatura por cadena nacional.
“No tengo en estos momentos más que una sola ambición: que de mí se diga, cuando se escriba el capítulo maravilloso que la historia seguramente dedicará a Perón, que hubo una mujer que se dedicó a llevarle al presidente las esperanzas del pueblo, y que a esa mujer el pueblo la llamaba cariñosamente Evita.”

--- Desarrollo ---
El 7 de mayo de 1919, en la localidad de Los Toldos, al norte de la provincia de Buenos Aires, nace María Eva, hija de Juana Ibarguren, costurera, y de Juan Duarte, hacendado y dirigente del Partido Conservador. En el año 1927, Juan Duarte muere en un accidente automovilístico. Juana Ibarguren, al no ser su esposa, no recibe
herencia alguna y queda sola a cargo de sus cinco hijos, quienes a partir de ese momento viven en medio de grandes privaciones económicas.
A la edad de quince años, siguiendo una incipiente vocación de actriz, Eva decide abandonar Los Toldos para irse a vivir a Buenos Aires.
Poco se sabe sobre los primeros años de María Eva Duarte en Buenos Aires. Pero para principios de la década de los cuarenta ya se perfila como una ascendente actriz de cine y radionovelas.
En 1944, un terremoto destruye la ciudad de San Juan: mata a siete mil personas y derriba el noventa por ciento de sus edificios. En Buenos Aires, Eva es convocada a participar de una campaña solidaria, impulsada desde el gobierno por el entonces secretario de Trabajo y Previsión Social, el coronel Juan Domingo Perón.
En la noche del 22 de enero de 1944, en el estadio Luna Park, se lleva a cabo el acto a beneficio de las víctimas del terremoto. En la primera fila, sentados uno al lado del otro, Juan Domingo Perón y Eva Duarte conversan animadamente. A partir de esa noche ya no se separarán. Y el 22 de octubre de 1945, una semana después de la consagración de Perón como líder popular, se casan.
A los siete meses de su casamiento, Juan Domingo Perón ya es presidente y Eva Duarte, con apenas 27 años, la primera dama. Su juventud y su perfil de artista popular la hacen muy distinta de las anteriores primeras damas, generalmente provenientes de la alta burguesía.
Desafiando los prejuicios que apuntan a su origen social, Evita asume plenamente las responsabilidades de su rol protocolar. Incluso, decide ir más allá. En 1947, Eva Perón, en representación de su esposo, inicia una larga gira por Europa que incluye una visita a España con el objeto de firmar un acuerdo de cooperación económica. Perón decide enviar a Eva, y no ir él mismo, ya que no quiere asociar su figura a la de líderes de tipo fascista, como el dictador español Francisco Franco.
La gira, que incluye destinos como París, Suiza y el Vaticano, hace mundialmente conocida a Evita. Cuando regresa la Argentina, la fastuosa recepción que le brindan el gobierno y los sectores populares estimula a Eva a tomar confianza en sus aptitudes políticas. Esta calurosa recepción, sumada al éxito de su misión diplomática, hace que Eva Perón decida dar un giro decisivo a su rol de primera dama.
Luego de su gira europea, Evita asume decididamente una intensa labor benefactora. Un año antes, mediante un decreto, el gobierno había intervenido la Sociedad de Beneficencia, órgano a través del cual las damas de la alta sociedad realizaban actos de caridad con dinero proveniente del Estado. Evita aprovecha esta situación y crea una nueva fundación de ayuda social, a la que bautiza con su propio nombre.
La Fundación Eva Perón plantea un nuevo modo de llevar a cabo la asistencia a los sectores necesitados, más cercana a la idea de justicia social que propone el peronismo que al tradicional concepto de limosna.
“La limosna para mí fue siempre un placer de los ricos, el placer desalmado de excitar el deseo de los pobres sin dejarlo nunca satisfecho. Y para eso, para que la limosna sea más miserable y más cruel inventaron la beneficencia. La limosna y la beneficencia son, para mí, ostentación de riqueza y de poder para humillar a los humildes.”
Expresiones como esta manifiestan el rechazo que Eva Perón siente por las clases altas. Un sentimiento de enemistad que es mutuo, y que se mantiene como un rasgo destacado durante toda la carrera política de Evita.
Con la Fundación Eva Perón, Evita busca asistir a los sectores más desprotegidos, aquellos a los que las políticas sociales del Estado no logran alcanzar, como los ancianos y ancianas, las madres sostén de hogar, y los niños y niñas. Recurriendo a aportes del Estado, contribuciones de la CGT y donaciones –no siempre voluntarias– de empresas privadas, la Fundación Eva Perón comienza a financiar sus propios proyectos de vivienda obrera, policlínicos y hogares de tránsito para familias carenciadas.
Al mismo tiempo, promueve eventos deportivos, distribuye juguetes y crea bolsas de trabajo. Las máquinas de coser, que Evita entrega personalmente a las mujeres que acuden a ella en busca de trabajo, se convierten en uno de los emblemas de la Fundación.
La entrega de estas máquinas representa el modelo de labor femenina que sostiene el peronismo, más ligado al rol femenino de madre y ama de casa (subordinada al tradicional modelo de familia patriarcal) que al mundo del trabajo fuera del hogar.
De forma paralela a su labor por los más humildes, Eva Perón va introduciendo en la agenda del gobierno una importante reivindicación para el género femenino. El derecho al voto de la mujer es un debate que ya lleva varios años y que el peronismo no tarda en retomar.
Si bien en San Juan las mujeres han accedido a las urnas en 1927, y en 1932 se presentó un proyecto de ley nacional que recibió media sanción, Evita pronto se convierte en una activa promotora del voto femenino, y desde el gobierno se la presenta como la principal impulsora de esta causa, lo que genera un gran malestar entre muchas militantes feministas y de izquierda, que llevan varias décadas sosteniendo el reclamo.
Pese a las críticas, la iniciativa llega al Congreso, y para el año 1947 la ley de Sufragio Femenino se convierte en realidad.
Esta transcripción de un programa de radio muestra el clima de la época: “La cámara de Diputados de la Nación, accediendo al pedido de la presidenta del partido Peronista Femenino, señora Eva Perón, acaba de sancionar la amnistía a la ley de Enrolamiento Femenino.
Madre: –Eso no es para mí. Hija: —¡Es una ley, hay que cumplirla...! ¡La mujer puede y debe votar! Debe elegir apoyar y votar a quienes crea más capacitados para cuidar el bienestar presente y el futuro de nuestros hijos, para que Argentina sea socialmente justa, económicamente libre y políticamente soberana como dice el preámbulo constitucional.
Madre: —¿Quiere decir entonces que nosotras también decidiremos? Cuñado: —Sí, ustedes ahora también decidirán quienes serán los más capaces de llevar a la Argentina a los grandes destinos que tiene asignados.
Segunda hija: —¡Pero para nosotras es mucha responsabilidad! Hija: —Ese es el gran honor que se nos ha dispensado, gracias a la lucha de Eva Perón. Reconocer que nosotras, las mujeres argentinas, nos merecemos también la enorme responsabilidad de elegir los destinos de la patria.”
A medida que crece el influjo de su figura dentro del gobierno, Eva Perón va estrechando lazos con un sector que cada vez tiene más influencia en la política nacional: la dirigencia sindical.
Como símbolo de la unión entre el peronismo y los sindicatos, en 1948 la esposa del presidente dona a la CGT el edificio de la calle Azopardo, construido justo enfrente de la casa central de la Fundación Eva Perón. A partir de hechos como este, María Eva Duarte va dejando de ser solamente la primera dama para convertirse en uno de los nexos entre Perón y los trabajadores, a quien ella llama cariñosamente sus “descamisados”. Un pueblo trabajador que, según palabras del mismo presidente, es el factor clave de la nueva Argentina que se intenta construir desde el gobierno.
Para fines de la década de los 40, las políticas de bienestar impulsadas por el gobierno peronista comienzan a tener efectos positivos en la vida cotidiana de los trabajadores. Miles de familias obreras comienzan a disfrutar de un nivel de confort y prosperidad hasta entonces desconocido para ellas.
Estos logros materiales contribuyen a que un sector mayoritario de la clase trabajadora se identifique rápidamente con el peronismo. Pero en esa identificación es aún más decisiva la sensación de muchos trabajadores de estar por primera vez integrados plenamente a la sociedad argentina, de que también ellos cuentan con derechos, de que se los respeta.
La adhesión al peronismo se expresa sobre todo en la identificación con sus dos figuras más importantes. Con el pasar de los meses el fervor de las grandes manifestaciones se traslada también al interior de los hogares, y los nombres de Perón y Evita empiezan a formar parte de la vida familiar.
En 1949, el Congreso Nacional sanciona una reforma a la Constitución, que entre otras modificaciones incluye una cláusula que permite la reelección del presidente. Una vez habilitado para la reelección, Perón se pone inmediatamente en campaña para un segundo mandato.
Ese mismo año, una fuerte caída en las exportaciones, sumada a un incipiente brote inflacionario, provoca una crisis económica, que reduce notablemente los recursos del Estado y se traslada rápidamente al bolsillo de los trabajadores. El gobierno, preocupado ante la posibilidad de perder influencia en los sectores populares, inicia una exhaustiva política de comunicación, tendiente a exaltar la figura del presidente y de la primera dama, y a reforzar la identificación de los trabajadores con el movimiento peronista.
Esta política de peronización de la sociedad incluye actos públicos masivos, la enseñanza de la doctrina peronista en las escuelas y la presencia casi permanente de Perón y Eva Perón en los principales medios de comunicación.
Desde sus inicios, el gobierno peronista concede a los medios de comunicación una importancia vital. Los medios radiofónicos son usados tanto para amplificar la voz de Perón en los multitudinarios actos en Plaza de Mayo como para llevar su mensaje de gobierno hasta los rincones más remotos del país.
Por otro lado, los noticiarios y las películas de propaganda producidas por el gobierno muestran los grandes cambios sociales, económicos y culturales que trae consigo el peronismo. En pocos meses, todas las salas del país reproducen imágenes de fábricas, barrios obreros, inauguraciones de hospitales y distintos actos de gobierno, al mismo tiempo que el presidente y la primera dama adquieren tanto o más protagonismo en la pantalla que las parejas más famosas del cine de la época.
Ante el agravamiento de la crisis económica y de las crecientes críticas de los sectores opositores, esta política de producción de imágenes oficiales se intensifica. Y para fines de los años cuarenta casi no queda avenida, plaza o edificio público donde los retratos o los nombres de Perón y Evita no ocupen un espacio importante.
Llegada la década de los 50, la campaña de peronización de la sociedad avanza, saturando de imágenes y discursos políticos la vida cotidiana. Para ese momento Evita es, sin duda, la segunda figura más fuerte del gobierno, aunque su cargo de primera dama reviste atributos más honoríficos que gubernamentales.
Con el fin de consolidar su papel político, y haciendo uso de los derechos que otorga la ley 13.010 (que permite a las mujeres presentarse a cargos electivos), Evita se dedica a organizar una nueva rama del partido gobernante: el Partido Peronista Femenino.
A fines de enero de 1950, en un barrio de viviendas obreras, rodeada por maestras, enfermeras y amas de casa, Eva Perón inaugura la primera unidad básica del Partido Peronista Femenino. Uno de los objetivos de estas unidades básicas es crear la estructura partidariafemenina. Además, en muchas ocasiones actúan como intermediarias entre la Fundación Eva Perón y las mujeres de clases sociales más bajas.
En las unidades básicas también se brinda a las mujeres atención médica, asesoría legal, se dictan cursos de cocina, costura y enfermería, y se ofrece el servicio de guardería para que las mujeres trabajadoras puedan dejar a sus hijos. Las unidades básicas actúan como plataforma para que en torno a Evita se comience a pensar en su propia candidatura a un cargo electivo. Un cargo que ratifique mediante el voto popular el amplio consenso del que goza su figura.
Para el verano de 1951, la candidatura de Juan Domingo Perón a una segunda presidencia ocupa gran parte de los esfuerzos oficiales.
Tantos años de política fuertemente personalista hacen que toda la segunda línea del elenco gobernante se vea eclipsada por la figura del presidente, por lo que el nombre del candidato a la vicepresidencia pronto comienza a instalarse como una incógnita.
Para ese entonces, Evita es una figura clave en el vínculo político y afectivo entre Perón, y sus simpatizantes. La labor benefactora de su Fundación y su fuerte enfrentamiento con la alta burguesía la hacen acreedora de un creciente cariño popular y, dentro del gobierno, ya cuenta con un grupo de funcionarios que responde a ella con tanta o más fidelidad que al mismo Perón.
Inmediatamente, desde diversos sectores políticos, gremiales e institucionales ligados al partido Peronista, surgen adhesiones a la figura de Eva para integrar el binomio presidencial.
A pocos meses de las elecciones, la estrella de María Eva Duarte parece brillar como nunca antes. Mientras su figura política se fortalece dentro de las filas del partido Peronista Femenino, varios sectores de la CGT ya ven como un hecho su candidatura a la vicepresidencia.
Inesperadamente, en medio del fragor de la campaña, Eva comienza a sufrir una serie de desmayos, que culminan en una internación con diagnóstico de apendicitis aguda. Durante una cirugía exploratoria, el doctor Oscar Ivanissevich, médico personal de Evita y ex ministro de Educación, descubre un cuadro mucho más alarmante. La noticia de que Eva Perón padece cáncer de útero provoca una fuerte conmoción entre sus allegados.
Eva, lejos de acobardarse, decide seguir adelante con su candidatura como si nada sucediera. Al mismo tiempo que el gobierno se esfuerza por disimular ante la opinión pública la preocupante condición de Eva, la posible candidatura de la primera dama comienza a generar malestar entre los sectores más antiperonistas del Ejército, que ven a Evita como una figura política mucho más inflexible que el mismo Perón.
A pesar de su enfermedad y de las presiones del sector castrense, para mediados de 1951 la candidatura de Eva Perón a la vicepresidencia parece tener grandes posibilidades de concretarse.
El 22 de agosto de 1951, la avenida Nueve de Julio comienza a poblarse de una densa marea humana, que ocupa más de diez manzanas del Obelisco hacia el sur. Para ese día, la CGT había organizado un Cabildo Abierto con la intención de lanzar públicamente la fórmula presidencial Juan Domingo Perón-Eva Perón.
Las horas pasan y la expectativa de la multitud aumenta.
Pocos lo saben, pero ese día, Eva Perón decide emprender su retirada definitiva del escenario político. Pocos días más tarde, Evita hace oficial su renuncia por cadena nacional.
“LRA Radio del Estado Buenos Aires, conjuntamente con la red argentina de radiodifusión transmitiendo desde la residencia presidencial en la avenida Libertador General San Martín. Habla doña Eva Perón, quien anunciará una decisión trascendental al pueblo de la nación.
‘Compañeros: Quiero comunicar al pueblo argentino mi decisión irrevocable y definitiva de renunciar al honor con que los trabajadores y el pueblo de mi patria quisieron honrarme en el histórico Cabildo Abierto del 22 de agosto.
No renuncio a la lucha ni al trabajo, renuncio a los honores. Por los trabajadores, y por los descamisados, seguiré luchando como hasta hoy con el corazón y el pensamiento puesto en el General que, con la grandeza extraordinaria de su alma, supo dejar mi decisión de estos días librada al arbitrio de mi propia conciencia y de mi propia voluntad’.”
Esa noche, en miles de hogares peronistas, la tristeza comienza a reemplazar la euforia de los primeros años.
El 11 de noviembre de 1951, triunfa en las elecciones la fórmula Perón-Quijano, con un 62 por ciento de los votos. El 4 de junio de 1952, Eva Perón, visiblemente desmejorada, asiste a la asunción de su marido para el segundo mandato.
A partir de ese momento, la figura de Evita desaparece de la vida pública y su presencia física comienza a ser reemplazada por su presencia simbólica.
En los últimos días del mes de julio de 1952, un clima de tensa espera invade los barrios populares. En todos los puntos del país los altares y capillitas para rezar por la salud de Eva se multiplican, mientras que en las residencias de la clase alta se preparan parabrindar con champagne por la muerte de quien consideraban su más acérrima enemiga.
En la noche del 26 de julio, por cadena nacional, la voz de un locutor anuncia el final inevitable.
“Cumple la Subsecretaría de Informaciones de la Nación el penosísimo deber de informar al pueblo de la República que a las 20:25 horas ha fallecido la señora Eva Perón, jefa espiritual de la nación. Los restos de la señora Eva Perón serán conducidos mañana en horas de la mañana al Ministerio de Trabajo y Previsión, donde se instalará la capilla ardiente.”

- Cierre -
Los días posteriores a su muerte muestran el componente afectivo que liga a Eva Perón con las clases populares. Largas filas de simpatizantes que asisten a su velatorio y multitudinarias muestras de dolor marcan el final de una época de optimismo y entusiasmo popular, que había comenzado el 17 de octubre de 1945.
Si bien Evita muere a los 33 años, tras apenas seis años de actuación política, su rostro queda grabado en la historia del siglo XX como un símbolo de lucha social, y su voz, como el testimonio de miles de sus descamisados, que ven en ella la materialización de sus más profundos anhelos y aspiraciones.
“Yo no quise ni quiero nada para mí. Mi gloria es y será siempre el escudo de Perón, y la bandera de mi pueblo.
Y aunque deje en el camino jirones de mi vida, yo sé que ustedes recogerán mi nombre y lo llevarán como bandera a la victoria.”

Historia de un país. Argentina Siglo XX – Canal Encuentro
Guión: Ezequiel Cazzola – Asesoramiento Histórico: “Eternautas” – Coordinador: Gabriel Di
Meglio/ Gustavo Alvarez/ Juan Pablo Fasano – Coordinadora general: Jésica Tritten – Archivo
histórico documental de Canal Encuentro: Claudia Perel/ María Flores/ Gachi

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