martes, 6 de octubre de 2009

LA REPÚBLICA CONSERVADORA















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Presentación

El carruaje avanza sin prisa en la noche fría del 1 de julio de 1896.
El estruendo de un disparo sobresalta al caballo, que apura el paso hasta llegar a destino.
El portero del Club del Progreso, decidido, abre la puerta del carro.
La visión es estremecedora: el líder de la Unión Cívica Radical,
Leandro N. Alem, tiene un tiro en la sien derecha.
Su cuerpo es trasladado hasta el salón del club, y en una ceremonia improvisada despiden azorados a una de las figuras claves de la política de la época.
La voz de la revolución yace sin vida sobre una mesa, con el rostro velado por su poncho de vicuña.
- Desarrollo –
Desde 1880 gobierna la Argentina el PAN -el Partido Autonomista Nacional–, primero bajo el mandato de Julio Argentino Roca y luego de Miguel Juárez Celman.
El fraude y la baja concurrencia de votantes son los mecanismos usuales en las elecciones.
En todo el país, pero sobre todo en el Litoral, las transformaciones sociales producto de la inmigración masiva se hacen cada vez más notorias.
Juárez Celman lleva cuatro años en el gobierno. Su política económica profundiza el desarrollo del modelo agroexportador que genera una crisis económica que –a medida que avanza– articula a los opositores.
A partir de la publicación de un artículo en el diario La Nación, que denuncia el lamentable estado de cosas y la falta de una oposición que controle el poder del presidente, se conforma en Buenos Aires la Unión Cívica de la Juventud, que reúne a un grupo de jóvenes estudiantes universitarios que organiza, el 1º de septiembre de 1889, en el Jardín Florida, la primera manifestación de oposición a Juárez Celman.
Después de esta reunión, y cuando incorpora a otros grupos opositores, la Unión Cívica de la Juventud cambia de nombre y comienza a llamarse Unión Cívica.
Luego de 10 años en los que se mantuvo fuera de la política, el popular caudillo Leandro N. Alem regresa como líder de la Unión Cívica y firme opositor al régimen roquista.
La oposición liderada por la Unión Cívica tiene dos objetivos: agitar a la opinión pública contra el gobierno y preparar una revolución para derrocar al presidente. Acusa al gobierno de Juárez Celman de carecer de moral administrativa y pide la libertad de sufragio y el respeto a las autonomías provinciales.
El 26 de julio, en el Parque de Artillería, el general Manuel J. Campos, que está ligado a la Unión Cívica y tiene a su mando a 50 militares del batallón de Ingenieros, recibe a Alem, en plena madrugada.
Leandro N. Alem será el jefe de los civiles, mientras que el general Campos será el jefe militar de la revolución. En pocas horas se suman 400 civiles y más de mil uniformados, que inician el alzamiento conocido como la Revolución del 90.
El presidente Juárez Celman se dirige hacia el cuartel de Retiro donde se concentran los hombres del ejército y la policía leales al gobierno.
Desde el Parque de Artillería, la junta revolucionaria los intima a someterse a la revolución que acaba de estallar.
Hombres y mujeres enterados del levantamiento llegan al Parque a pedir armas. La Junta los forma en dos batallones y ordena la movilización de la Guardia Nacional. En las azoteas se divisan las boinas blancas, prenda que consiguen los sublevados para identificarse.
En el cuartel de Retiro, el presidente, los ministros, el vicepresidente Carlos Pellegrini y el general Julio A. Roca, a cargo de la defensa de la Casa de Gobierno, decretan el estado de sitio, la movilización de la guardia nacional y deciden el alejamiento del presidente al interior del país.
El general Levalle y el vicepresidente comandan el ataque a los rebeldes.
Los revolucionarios construyen cantones y trincheras alrededor de la plaza del Parque de Artillería. A las 9 de la mañana comienzan los enfrentamientos. Varios uniformados de la fuerza policial son acribillados.
Desde la calle Talcahuano, los revolucionarios, apostados en los cantones, atacan al regimiento 11 de Caballería. La bocacalle queda cubierta de muertos y heridos y más de 50 caballos destrozados.
El general Levalle, que avanza por Cerrito, es emboscado desde los techos de la Intendencia Municipal, y se da en retirada. Las fuerzas leales al gobierno se recomponen y a las 3 de la tarde logran quedar a una manzana del Parque.
Al atardecer la batalla cesa. Recogen más de 150 muertos.
Por la mañana se reinician los ataques y las fuerzas revolucionarias deben replegarse dentro del Parque. Los rebeldes piden parlamentar.
Aristóbulo del Valle se reúne con el vicepresidente Carlos Pellegrini y le solicita un armisticio de 24 horas para enterrar a los muertos y atender a los heridos.
Los barcos de guerra favorables a los revolucionarios ignoran el acuerdo del cese de fuego, y bombardean la Plaza de Mayo, la Casa de Gobierno y la zona de Retiro.
A las cinco de la tarde se reanudan los combates en la zona del Parque. Las fuerzas revolucionarias comienzan a debilitarse.
Leandro N. Alem y Aristóbulo del Valle, ante la falta de municiones, pactan con las autoridades los términos de la rendición. La revolución ha concluido.
La ciudad está paralizada: la Bolsa, los comercios, los teatros, todo permanece cerrado. Juárez Celman, sin el apoyo de su propio partido, presenta la renuncia el 6 de agosto de 1890. Lo sucede el vicepresidente, Carlos Pellegrini.
Julio Argentino Roca, apodado “El zorro”, es nombrado ministro del Interior. Desde el nuevo cargo, comienza a reconstruir su liderazgo en el Partido Autonomista Nacional.
En 1891, la Unión Cívica proclama su fórmula para las próximas elecciones. Proponen a Bartolomé Mitre como presidente, y como vice a Bernardo de Irigoyen.
Dentro del Partido Autonomista Nacional, los llamados modernistas, en oposición a Roca, impulsan la renovación del sistema político para asegurar elecciones limpias. Roca decide pactar con Mitre una formula única para las siguientes elecciones presidenciales.
Mitre es un hombre de la Unión Cívica, donde hay dirigentes como Bernardo de Irigoyen o Leandro N. Alem, que proponen seguir la lucha, pero ahora contra Roca.
Al aceptar Mitre el pacto propuesto por Roca provoca la ruptura de la Unión Cívica. Sus seguidores forman la Unión Cívica Nacional mientras que Leandro N. Alem y Bernardo de Yrigoyen crean la Unión Cívica Radical. Nace así el partido Radical, que va a tener una
larguísima trayectoria en la historia argentina.
La posición de los radicales en contra del régimen hace que el presidente Carlos Pellegrini declare el estado de sitio y detenga a varios de sus dirigentes, acusándolos de estar organizando una
revolución.
La Unión Cívica Radical sostiene la abstención en los comicios presidenciales.
Roca, luego de pactar con Mitre, levanta la candidatura de Luis Sáenz Peña y José Evaristo Uriburu, quienes –con fraude– ganan las elecciones.
En 1893, cercado por los conflictos políticos, el presidente Luis Sáenz Peña convoca como ministro al antiguo cívico Aristóbulo del Valle.
Leandro N. Alem y sus partidarios radicales reconocen a Del Valle como a un viejo compañero de lucha, y seguros de no ser reprimidos inician levantamientos en Santa Fe, San Luis y Buenos Aires, para derrocar al régimen conservador.
Del Valle se opone y renuncia. El Congreso aprueba la intervención de las tres provincias que los rebeldes han logrado tomar.
Un mes después, hay tres nuevos levantamientos en las provincias de Santa Fe, Corrientes y Tucumán. Julio Argentino Roca, nuevo
comandante en jefe del Ejército, acaba con los levantamientos. La victoria lo posiciona –una vez más– como el hombre necesario para los conservadores.
En la Unión Cívica Radical, Leandro Alem ha ido formando a su sobrino, Hipólito Yrigoyen, para ser un dirigente partidario. De hecho, Yrigoyen se convertirá más tarde en un político fundamental de la historia argentina.
Pero durante los seis meses que Alem pasa en la cárcel, la relación con su sobrino se vuelve cada vez más tensa. El nuevo líder radical, Hipólito Irigoyen, es acusado por Alem del fracaso de la revolución.
La relación entre ambos se quiebra definitivamente. “Los radicales conservadores se irán con don Bernardo, otros radicales se harán socialistas o anarquistas; la canalla de Buenos Aires, dirigida por el pérfido traidor de mi sobrino Hipólito, se irá con Roque Sáenz Peña; y los intransigentes, nos iremos.” (Leandro N. Alem)
Aristóbulo del Valle muere…
Leandro N. Alem, con sus fuerzas agotadas, entristecido por la muerte de su amigo y compañero de lucha y acuciado por problemas económicos, escribe su testamento político.
“He terminado mi carrera, he concluido mi misión. Para vivir estéril, inútil y deprimido, es preferible morir. ¡Sí, que se rompa, pero que no se doble!(…)”
“(…) Mis dolencias son gravísimas, necesariamente mortales. ¡Adelante los que quedan!(…)” (Leandro N. Alem)
El 1 de julio de 1896, Leandro N. Alem, mientras se dirige en su carruaje hacia al Club del Progreso, se quita la vida. Tiene 54 años.
Su cuerpo es trasladado hasta el salón, y en una ceremonia improvisada, los presentes despiden, azorados, al líder radical.
La noticia conmueve al pueblo, que se reúne en las calles. El desfile acompaña al féretro embanderado.
La muerte de Alem profundiza la crisis entre las facciones radicales de la Capital –liderada por Bernardo de Irigoyen– y la provincia de Buenos Aires –conducida por Hipólito Yrigoyen–.
Bernardo de Irigoyen impulsa una alianza con la Unión Cívica Nacional. En oposición, Hipólito Yrigoyen disuelve la UCR bonaerense, obliga a sus diputados a renunciar y cierra los comités en toda la provincia. Como respuesta es expulsado del partido.
Fracturada, la Unión Cívica Radical queda desdibujada de la escena política y comienza una serie de alianzas con otros partidos en distintas provincias.
Con las fuerzas opositoras debilitadas, la vieja política de alianzas y de manejo electoral vuelve a triunfar. En 1898, Julio Argentino Roca gana las elecciones –con los mecanismos de fraude usuales de la época– e inicia su segunda presidencia.
Durante su gestión presenta un controvertido proyecto de unificación de la deuda externa. La prensa inicia una ofensiva y advierte a la opinión pública de las terribles consecuencias de ese proyecto para el crédito interno. Se realizan marchas opositoras en la capital y aunque el presidente declara el estado de sitio debe retirar el proyecto de ley.
Ante el avance de los ideales anarquistas entre los trabajadores y el aumento de la conflictividad social, por las malas condiciones de vida y de trabajo, se plantean dos respuestas:
En 1902 se sanciona la Ley de Residencia, que permite la expulsión del país de aquellos extranjeros que fueren considerados agentes de perturbación social: los anarquistas.
Y también se lleva adelante una investigación de las condiciones de trabajo en la Argentina, que sirve como base para un proyecto de código del trabajo, que no llega a ser aprobado por el Congreso.
Se acercan las elecciones y las prácticas fraudulentas continúan.
La Unión Cívica Radical, reorganizada por Yrigoyen, se abstiene y acusa al gobierno de Roca de abuso en la administración pública y de usar el fraude como herramienta para la permanencia en el poder.
En 1904, la fórmula conservadora de Manuel Quintana y José Figueroa Alcorta gana las elecciones.
En 1905 estalla la última revolución radical en Buenos Aires, Rosario, Córdoba y Mendoza. Los levantamientos cívico-militares son derrotados pero muestran al radicalismo vivo y dotado de una renovada popularidad.
A fines de 1905 el presidente Manuel Quintana enferma gravemente y muere pocos meses después. Lo sucede el vicepresidente Figueroa Alcorta. Durante su mandato, la desigualdad social y las malas condiciones laborales se vuelven cada vez más evidentes. Las extensas jornadas y la explotación de niños y mujeres fomentan un fuerte malestar entre las clases trabajadoras. Huelgas y protestas, como la huelga de inquilinos o la “semana Roja” son severamente reprimidas.
Antes de finalizar su mandato, Figueroa Alcorta promulga la Ley de Defensa Social, que permite el confinamiento en cárceles de quienes sean considerados peligrosos, o capaces de ocasionar disturbios.
El presidente se despide con los festejos del Centenario de la Revolución de Mayo, con la pretensión de demostrarle al mundo la prosperidad de la Nación Argentina.
La fórmula del PAN, Roque Sáenz Peña-Victorino de la Plaza, se impone, casi sin oposición, gracias a la aceitada maquinaria electoral de los conservadores, en las elecciones de 1910, y consigue la totalidad de los votos del Colegio Electoral.
El presidente electo, líder de los conservadores modernistas que han logrado desplazar a Roca en el manejo del partido, se reúne con Hipólito Yrigoyen, jefe de la Unión Cívica Radical.
Yrigoyen promete abandonar la vía revolucionaria y Roque Sáenz Peña promulgar la ley electoral que será fundamental para la historia de la República Argentina.
- Cierre –
En 1912, Sáenz Peña establece el voto universal masculino, secreto y obligatorio, la representación de las minorías y el uso del padrón militar, con lo que la voluntad ciudadana comienza a ser respetada en la elección de sus autoridades.
La UCR abandona la lucha revolucionaria, y junto al Socialismo se integra al mapa electoral. El partido liderado por Hipólito Yrigoyen surge como una fuerza nacional por encima de las diferencias regionales y de clase. Sus actos son cada vez más masivos.
La UCR organiza una red de comités por todo el país, que se van posicionando como la base de su poder electoral. En 1916 la fórmula radical, con Hipólito Yrigoyen a la cabeza, gana en las elecciones presidenciales sin fraude: años de precariedad política llegan a su fin.
La ley Sáenz Peña representa la llave hacia un nuevo período político en la historia argentina.
Una nueva metodología regirá al país durante los próximos 14 años: las elecciones sin fraude y el inicio de una nueva política con más participación de las masas.
Historia de un país. Argentina Siglo XX – Canal Encuentro
Guión: Paula Romero Levit/ Pablo Hidalgo – Asesoramiento Histórico: “Eternautas” –
Coordinador: Gabriel Di Meglio/ Gustavo Alvarez/ Juan Pablo Fasano – Asesoramiento de
contenidos: Jésica Tritten – Archivo histórico documental de Canal Encuentro: Claudia Perel/
María Flores/ Gachi González/Verónica Kodalle

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